La decisión de la Cámara de Diputados de nominar a Oruro como “Capital Ferroviaria de Bolivia”, es un acierto que confirma la condición que ostenta este distrito desde la llegada del primer ferrocarril a su plaza principal y además por su posición geopolítica que ya entonces estableció la nominación práctica y técnica de nominar a la ciudad como “Centro Ferroviario de Bolivia”.
El ferrocarril arrancó en Oruro y se convirtió en un moderno, cómodo y económico servicio de transporte de pasajeros y carga, uniendo varios destinos entre el occidente y el valle en Cochabamba, con la Sede de Gobierno y con los distritos del sur. Fue símbolo de progreso y por lo mismo de una clara multiplicación económica en el país, las paralelas de acero sirvieron por muchos años para lograr la integración territorial.
Ahora y tras ocho meses de un persistente trámite peleando con la burocracia, propia de la administración pública, se alcanza una primera aprobación en la Cámara Baja para consolidar la importancia referida de la incuestionable posición ferroviaria de Oruro, elevando su rango de centro a capital de los ferrocarriles de Bolivia.
Hay que reconocer que la nominación tiene perspectivas especiales para que no sea simplemente teórica y retórica, sino específicamente práctica y la parte complementaria del proyecto bioceánico y la consolidación del Puerto Seco, que en un conjunto de voluntades y eficiencia profesional, se constituirán en el mayor proyecto nacional de integración comercial, con un movimiento de carga y pasajeros, desde los extremos más activos en los puertos de los océanos Pacifico y Atlántico.
En lo que corresponde concretamente al movimiento ferroviario hay que criticar la estrechez visionaria de pasadas autoridades políticas y ejecutivos de la empresa carrilana, exceptuando a los dirigentes ferroviarios que aún en el presente siguen demandando la reposición de la administración nacional del ferrocarril por parte del Estado, situación que se alteró en un triste periodo político que entregó el estratégico servicio a una empresa chilena.
La situación que se plantea en un futuro inmediato tiene que ver precisamente con las condiciones factibles que se desarrollen para reactivar el ferrocarril desde Oruro hacia los destinos del Norte y el Sur, el acoplamiento con la vía oriental, empezando por el restablecimiento del tramo Oruro –Cochabamba, vital para revivir las estaciones de la ruta, cubriendo las necesidades postergadas de miles de bolivianos que esperan también en la ruta del sur una actividad ferroviaria por supuesto de mayores expectativas económicas.
El servicio ferroviario – pero expresamente boliviano – debe pasar a una nueva dimensión de modernidad en su sistema de tracción, un proceso por supuesto largo, pero necesario y que debe comenzar en su aplicación toda vez que ya existen ofertas, por lo menos de un país asiático, para instalar un tren eléctrico de alta velocidad, seguridad y comodidad.
Algunos proyectos pueden considerarse sueños, sin embargo las condiciones reales de enfrentar los retos del modernismo y las necesidades de beneficiar a miles de personas con mejores servicios de transporte, no están lejos de encarar macro proyectos que se hagan realidad por efecto de voluntades y sabias decisiones técnicas y políticas.
Hay que justificar la nominación de Oruro como Capital Ferroviaria de Bolivia, pero hay que hacerlo con planes concretos, los discursos son efímeros. Autoridades, dirigentes institucionales, los ex dirigentes ferroviarios, el Comité Cívico y la misma brigada parlamentaria tienen la palabra.
Fuente: LA PATRIA
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