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Domingo 06 de octubre de 2013

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Revista Dominical

Si tu hermano peca

06 oct 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Bernardino Zanella - Siervo de María

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El hombre decidido, firme, seguro de sí mismo, que amenaza y cumple, que se venga de las ofensas que cree haber recibido, parece la imagen del hombre valiente, con fuerte personalidad. El hombre paciente, que busca el diálogo, la reconciliación, el perdón y el reencuentro, parece un hombre débil, que no sabe hacerse valer. Y en cambio, en él están la verdadera fortaleza y sabiduría.

Leemos en el evangelio de San Lucas 17, 3b-10:

«Dijo el Señor a sus discípulos: “Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo”.

Los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. Él respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería.

Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: ‘Ven pronto y siéntate a la mesa’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después’? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: ‘Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».

Es posible que en la comunidad de los discípulos, alguien se desvíe: un hermano puede ofender a otro hermano. La ofensa provoca separación. Es el mismo ofendido que, en lugar de tener resentimiento y deseo de venganza, debe tomar la iniciativa y tratar de recomponer la unidad, reconstruir la armonía y la paz, a través de la corrección fraterna, para llegar al arrepentimiento, la reconciliación y el perdón: “Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo”. La indicación de Jesús es breve y esencial, e indica una dirección, aunque en la realidad estos procesos muchas veces son difíciles y fatigosos.

Y lo más difícil es seguir perdonando cuando se repite la ofensa. El número siete en el mismo día indica que es posible la perseverancia sin límite en la ofensa, pero igualmente es necesaria la disponibilidad sin límite al perdón: “Si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo”.

Para poder vivir y anunciar las exigencias del Reino de Dios, de una sociedad justa, solidaria y reconciliada, los apóstoles piden a Jesús una mayor fe: “Auméntanos la fe”. Les queda demasiado grande su propuesta. Él contesta que no hace falta un aumento de fe. Es necesario simplemente tener confianza en Dios y creer que es posible la conversión, pasar de la concepción religiosa de los escribas y fariseos, representados por la morera, a la liberación que realiza la plena adhesión a Jesús y a su proyecto: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería”.

Sin la adhesión a Jesús los apóstoles seguirán siendo esclavos de la Ley, cumplidores de todas las obligaciones, “simples servidores”, pero no alcanzarán la libertad de los hijos. El servidor conoce la dureza de un patrón que no lo respeta y se hace servir, sin tener en cuenta su dignidad y su cansancio: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”. Igualmente los discípulos, si siguen sometidos a la Ley, sólo podrán decir: “No hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”, pero no conocerán el amor gratuito de Dios. Como el hijo mayor de la parábola, que había cumplido con todas las órdenes, sirviendo por tantos años “sin saltarse nunca un mandato”, no había sido capaz de compartir la alegría por el regreso de su hermano menor, ni había podido conocer y reproducir en su vida ese inmenso amor gratuito del padre. No ha pasado de servidor a hijo.

Fuente: LA PATRIA
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