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Viernes 04 de octubre de 2013

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Perspectiva Minera

Designios

04 oct 2013

Por: Dionisio J. Garzón M.

Tal parece que extraños designios han hecho que el oro haya sido esquivo a preocupaciones y afanes de Comibol en su objetivo de incluirlo en su producción minera, pese a varios intentos para acceder a este elemento que es hoy uno de los más cotizados y de los pocos que tiene intrínsicamente un valor transable y es refugio financiero en tiempos de crisis.

Los yacimientos de oro de estas altas tierras cordilleranas se conocen desde épocas pre-incaicas. En la historia moderna, ya en 1939 Compañía Aramayo de Minas de Bolivia había desarrollado explotaciones en gravas auríferas de Tipuani, Guanay y Teoponte y alrededor de 1950 había definido una reserva de 10 millones de metros cúbicos (m3) con un contenido promedio en oro de 1 onza/m3. Cuando en 1952 se nacionalizan las minas de los tres barones del estaño, aquellos designios hicieron que las minas de oro de Aramayo escapen al alcance del D.S. 3223 de 31 de octubre de 1952, que mandaba nacionalizar “todas” las operaciones e instalaciones de estos empresarios. Luego operarían allí South American Placers Inc., Compañía de Minería Aluvional, Estalsa, etc. ¿Por qué no Comibol?

En 1970 y en tiempos de dominio estatal de la minería, en el afán de explorar la frontera norte-noreste con Brasil en busca de estaño aluvial (casiterita en gravas y arenas de río, abundante en la vecina zona de Rondonia), Comibol se embarca junto a otras instituciones (Servicio Geológico, Instituto de Investigaciones Minero Metalúrgicas y otras), en un agresivo programa de exploración que aunque no encontró casiterita en las cantidades esperadas, determinó un gran potencial de oro en la cuenca de los ríos Madera, Beni y Abuná. Anecdóticamente no se continuó con el programa por oro, algún iluminado dijo entonces que el objetivo era estaño, no oro.

En los años 80 otro intento de abrir esa cuenca a operaciones de Comibol termina con la selección de tres áreas: San Antonio del Río, Madre de Dios y Chivé, se consolidan concesiones mineras (más de 600.000 Has.) pasa el tiempo, se intentan algunos contratos de riesgo compartido en los años 90 que fracasan por inestabilidad política y precios bajos e inexplicablemente, esas áreas acaban revertidas al Estado y ahora las operan particulares. ¿Comibol no representa al Estado, para que sus concesiones se reviertan?

Noticias recientes dan cuenta que la producción mayor de oro proviene de cooperativas de la zona tradicional, Tipuani-Guanay-Teoponte, Mapiri, etc., también de los ríos Madre de Dios y Beni. En el primero una cooperativa opera “a lo largo y ancho” del río Madre de Dios desde la frontera con el Perú y hasta el límite con Brasil en una modalidad curiosa, para decir lo menos; dragan y procesan gravas auríferas desde balsas que no tienen límite de concesión ni de otro tipo para su trabajo (Perspectiva Minera, LA PATRIA de Oruro 20.09.13). ¿Nuestra legislación permite estas cosas?

Así hemos manejado a lo largo de la historia, uno de los rubros mineros con mayor valor, dejando su control al subsector menos preparado para estos trabajos, privando a Comibol de su derecho natural de administración superior de la minería nacional y dejándola en menesteres menos lucrativos como la minería del estaño. El anuncio de su posible cierre (La Razón 31.09.13) y el posterior nacimiento en Empresa Corporativa Minera, Ecormin, debería ser oportunidad de ahuyentar los malos espíritus y retomar el control del oro en toda la cadena productiva.

(*) Ingeniero Geólogo, ex Ministro de Minería y Metalurgia

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