Viernes 20 de septiembre de 2013
ver hoy
Desde lo más profundo de mi sentimiento, mezcla de admiración y agradecimiento, escribo casi acuciado, casi forzado, al ver a la mujer- que no es esta o aquella – la mujer, que por ser tal, es tan importante en la vida de todos, de la escala social que seamos; sabios o torpes, altos o bajos. Sin ella no existiríamos. Y escribo porque pienso que a la mujer la están vejando, unas veces directamente y otras de una manera más sutil, subliminalmente.
Claro que está bien que haya asociaciones en su defensa. Todos tenemos derecho a ser defendidos si somos atacados. Es loable, que ante el maltrato o la vejación del tipo que sea, surjan iniciativas que se ocupen en que los derechos de nadie sean pisoteados.
Me limito a sugerir, sin buscar polémica, ¿no es denigrante ver anuncios en que la mujer exhiba sus encantos, que encantan o desencantan, según como les miremos? ¿No es eso una vejación para la mujer? Debe ser que en determinados ambientes el valor de la mujer y su insinuante belleza se ha perdido.