Crecimiento urbano desordenado y sin planificación
16 sep 2013
Por: Jorge Lazzo Valera
La planificación urbana debería ser el primer paso del futuro desarrollo regional y por supuesto del crecimiento de nuestra capital, donde hasta ahora no sabemos hacia donde crecerá la mancha urbana, dónde estará el área de reserva industrial y qué regulaciones tendrán las nuevas urbanizaciones, así cómo se deben construir los edificios, que por cierto no guardan ninguna norma ni regulación y se edifican a capricho.
Esa normativa tiene que fijar el Plan de Ordenamiento Territorial que no se ejecuta, se licita y no hay proponentes –seguro porque el monto base para adjudicar el estudio a diseño final no alcanza a la tercera parte de la proyección real- lo que dificulta y posterga indefinidamente la aplicación del modelo de regulación urbana.
Mientras eso ocurre por el Municipio, en la Gobernación varios volúmenes del antiguo Plan Regulador Urbano están abarrotados en un depósito, quizá a merced de roedores y sin que nadie haga prevalecer las normas legales, aunque desactualizadas, que hay para normar el crecimiento de la ciudad. El estudio del Plan Regulador fue realizado por la desparecida Corporación de Desarrollo de Oruro, la más conocida Excordeor, que transfirió esa y mucha otra documentación a la Prefectura del Departamento, hoy Gobernación.
Así el crecimiento de Oruro se reduce a la “iniciativa” de las autoridades, el criterio de los vecinos y en definitiva las obras que se aprueban en el Plan Operativo Anual (POA), que no siempre consignan grandes proyectos que garanticen un crecimiento sostenido y sustentable de nuestra capital, que entre otras cosas, son parches y remiendos para una capital que fue la primera ciudad de Bolivia que se construyó con un modelo de planificación urbana y con plano aprobado, lo que ahora se quiere dejar de lado para ejecutar proyectos de pequeño impacto.
De muestra un botón y la realidad que vivimos con el sistema de transporte público, es resultado de la ausencia de planificación y la total carencia de educación urbana, habiéndose perdido en Oruro nuestra cultura urbana, al extremo que cualquier persona, sea niño, adolescente o adulto hace sus necesidades fisiológicas en la calle a plena luz del día y ante la mirada impasible de los transeúntes, sin siquiera inmutarse por ese hecho.
El caótico tráfico vehicular, la prepotencia de los conductores de transporte público y la falta de estos servicios, es fiel reflejo de la ciudad que tenemos, donde más vale el tráfico de influencias para hacer aprobar determinada línea de transporte y en definitiva no cubrir el recorrido, al extremo de incluso impedir que exista otro servicio que opere en esa ruta, sin importar los vecinos quienes tienen que darse modos para llegar hasta las paradas que imponen y disponen los transportistas.
Así también se puede advertir el nomeimportismo de las autoridades quienes demuestran poco o ningún interés por concluir obras que si bien se utilizan, nunca se entregaron de forma definitiva, como la avenida Circunvalación que no tiene señalización y lo que es más nunca fue transferida por el Gobierno Autónomo Departamental al Municipio de Oruro, el distribuidor vehicular en la ruta a Vinto que tiene articulación en tres brazos y carece de uno, dificultando la normal circulación de automotores provocando incluso una anarquía en el tráfico vehicular.
Otra obra que se deshace a pedazos y nunca fue concluida es la avenida 24 de Junio, donde los conductores que circulan por la vía hasta en tono de mofa afirman que por ese jardín de obstáculos debería correrse el Dakar, porque tiene rompemuelles, huecos y no cuenta con señalización, además de constituir un freno para el crecimiento urbano al no tener conexión directa con avenidas de las nuevas urbanizaciones.
El modelo de crecimiento y desarrollo urbano es la brújula que debe guiar el futuro de nuestra ciudad, para saber en definitiva hacia dónde queremos ir, que zonas serán urbanizables, conocer la densidad poblacional y hasta fijar las áreas para el relleno sanitario, las industrias, equipamiento y verdes, que dicho sea de paso son cada vez más escasos por falta de planificación urbana. Ojalá las autoridades municipales asuman ese desafío de concretar el estudio a diseño final del Plan de Ordenamiento Territorial y además conseguir que las obras se concluyan.
Lo importante será entonces realizar el seguimiento y el denominado “control social” que debe estar a cargo del Comité Cívico, las juntas vecinales, organizaciones barriales y entidades de servicios para que sean quienes exijan la ejecución de proyectos que beneficien a Oruro y no sigamos haciendo más de lo mismo, porque al copiar volvemos a cometer los mismos errores.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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