Aunque transcurrieron ya siete años y medio de su gestión, las encuestas colocan aún al Presidente Morales en alto nivel de aceptación política. Según las últimas, publicadas en Santa Cruz, si hubiera elecciones hoy sólo una coalición de sus principales opositores (Doria Medina, Costas y Del Granado) le daría pelea en condiciones de igualdad.
Es dato relevante, pues el desgaste natural que supone gobernar ha sido siempre acelerado en nuestro pasado político inmediato. Se puede explicar, tal vez, en la capacidad del poder político, económico y social para descabezar y dividir a su oposición. O a la inversa, en la incapacidad de sus adversarios para ofrecerle al país una alternativa sólida y razonable.
La propuesta reciente de conformar un Frente Amplio puede ser pues un primer paso, pero la condición será darle sustento programático coherente, pese a la diversidad de siglas e intereses políticos alineados por ahora. Sumar en ese sentido parece difícil y complicado. Pero como van las cosas y muestran las encuestas, si son realmente serias y objetivas, una posibilidad real de cambio transita ese camino.
Si supera dificultades previsibles, la propuesta puede encontrar terreno fértil también con lo que pasa dentro del gobierno. Algunos actores lo torpedean desde adentro. Como pocas veces, por ejemplo, la corrupción ha llegado hoy a niveles tan altos dentro de la policía y la justicia. Y salpica al Gobierno. A las denuncias de ejecución y montaje que resquebrajan el caso de "terrorismo" denunciado en Santa Cruz se suman las de extorsión y chantaje de parte de abogados y del propio "fiscal estrella" de la causa. Mientras tanto, la investigación del atropello a los indígenas en Chaparina se vuelca contra las víctimas y ahora se denuncia también que "la masacre de campesinos" en Porvenir fue fraguada, igual que los informes forenses con que se justificó la prisión del exgobernador de Pando.
Los casos citados son sólo ejemplo de otros. De algún modo, dentro del duro tronco que muestra la corteza, parecen fruto de un trabajo típico de termitas, esas sociedades de insectos que tienen alto nivel de organización, colaboración y cohesión. Existen varios tipos, con distinta morfología y tarea y a cada grupo se les denomina castas.
El hecho es que su tarea resta credibilidad e imagen a un gobierno cuyo Presidente hace su tarea de proselitismo político de manera eficiente. Su contacto directo con la gente a toda hora, en todo lugar y con cualquier pretexto es herramienta formidable de comunicación. Visto así, le es útil prescindir de la intermediación. Pero la repetición del mensaje genera saturación y la presencia permanente le quita novedad y atractivo mientras los hechos ponen en duda lo que dice.
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