Fue un acierto de Francisco, convocar a la Iglesia universal a una jornada de oración y ayuno el 7 de septiembre próximo pasado, para pedir la paz para Siria y Oriente Medio, es que, hay demonios que « solamente pueden ser expulsados con oración y ayuno» (Mc 9, 2).
Decía cincuenta años atrás el futuro obispo de Regensburg, Prof. Dr. Rudolf Graber: “Conocemos de sobra el cínico juego que hoy se utiliza con palabras tales como “paz y libertad”, los intentos de oscurecerlo todo y las maniobras de alucinación, la siembra de conceptos y de sofismas, de medias verdades y de mentiras, éste es el grandioso juego del diablo, del enredador, del –literalmente traducido- calumniador, que cree ahora ha llegado su hora”.
Examinando las violencias, las guerras, los asesinatos, los abortos, los atropellos de todo género, los robos, las tragedias provocadas por el alcohol y la droga, termina por decir la gente: “el mundo está en manos del demonio”, sin embargo hay bastante gente que se empeña en negar la existencia del diablo, aunque esté comiendo de sus manos, por así decirlo.
Después de la verificación del Concilio Vaticano II, Paulo VI salió al paso de estas negaciones ridículas y retrató a Satanás como ”agente oscuro y enemigo, un ser vivo espiritual, pervertido y pervertidor” y añade “quien rehúsa conocer su existencia se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica, como se sale también quien hace del demonio, un principio autónomo, alguien que no tiene su origen en Dios, o quien la explica como pseudo-realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias” (15-XI-1972).
El P. AntonBöhm, SJ, llamó a nuestros tiempos “la época del diablo”, ¿era una exageración? No, porque el objetivo principal de Satanás es alejarnos de Dios, destruir la obra de Dios.
En los siglos XVIII y XIX, el surgimiento de la Ilustración produjo pensadores racionalistas como Rousseau, Voltaire y Diderot, que colocaron la razón por encima de la fe, doctrina que encendió una revolución mundial, ya que de estos movimientos surgieron un sinfín de filosofías tales como el liberalismo, el racionalismo religioso, el positivismo, el secularismo, el humanismo secular, el indiferentismo, el individualismo, el comunismo, el marxismo-leninismo, el socialismo, el liberalismo teológico, el agnosticismo, el deísmo, el laicismo, la teología de la liberación, el feminismo radical y el nuevaerismo, entre otros.
En su encíclica Divini Redemptoris, 19-3-1937, el Papa Pío XI denominó al comunismo “el azote satánico”, porque en el comunismo de manifiesta un furor, desarrollado con un odio, una barbarie y una crueldad como no se hubiese imaginado. El mismo pontífice llama enérgicamente sobre la táctica de la astucia, la mentira, las promesas de libertad de conciencia y la libertad religiosa: “El comunismo es en su esencia más íntima malo, y continúa siéndolo, y es, por su naturaleza antirreligioso y antidivino”.
El cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII, que había contribuido a la redacción de la encíclica «MitbrennenderSorge» (1937), en la que Pío XI condenaba la ideología nazi, en su presentación de la encíclica, comparó a Hitler con el diablo, advirtiendo proféticamente su temor de que los nazis lanzaran una "guerra de exterminación".
El demonio, el diablo, Satanás, o el espíritu malo, claro que vive y reina, en nuestras avenidas, salas de juego y de placer, pantallas de televisión, cine y hasta en la intimidad de muchos hogares. Se manifiesta en las modas, los estilos, en la desenfrenada nocturnidad.
El Concilio Vaticano II había sido convocado, entre otras razones, para comunicar la fe al mundo por medio de un impulso evangelizador, “lo que pasó, supongo que por un plan diabólico, fue en lugar de eso, que el mundo entró en la Iglesia” (P. Stephen Valenta, OFM Conv.), y no se hubiera llegado a ese nivel de apostasía “si los errores filosóficos no hubieran penetrado a lo más profundo del pensamiento católico”, muy particularmente el modernismo “la síntesis de todas las herejías” (Encíclica Pascendi, Papa San Pío X).
Satanás odia de manera preferente la familia y la vida. Primeramente se implementaron leyes que permiten el divorcio, luego el aborto, “los derechos sexuales y reproductivos”, la pérdida de la pureza a temprana edad, y las uniones contra natura.
Los evangelios desaparecerían si se quitase de sus páginas la presencia y la actuación del demonio, desde el Paraíso Terrenal como serpiente, hasta los provocativos anuncios de fiestas y orgías testimoniadas en los libros sagrados del Nuevo Testamento.
Jesús no sólo corrobora la existencia de los demonios, sino que también subraya su poder y su malicia, por lo que una de las misiones más importantes de la Iglesia es expulsar los demonios de las almas y de los cuerpos.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.