Sábado 23 de enero de 2010
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La actividad física no necesita de tiempo y más tiempo, de dedicarle horas (que muchas veces no tenemos, teniendo en cuenta el trabajo, la familia y todas las demás actividades) para poder ser beneficiosa para nuestro organismo.
Esta forma de pensar, es uno de los grandes obstáculos con los que se encuentra la persona ocupada que decide empezar a entrenarse. La idea de que de ninguna forma le alcanzará el tiempo y que no podrá obtener beneficios de su ejercitación (con todo el trabajo y cansancio que éste acarrea), es una de las grandes causas de que el comienzo del entrenamiento sea pospuesto, muchas veces de forma indefinida, bajo la idea de que si bien en este momento no tenemos tiempo, tal vez el mes que viene sí lo tengamos.
Pero como veníamos diciendo anteriormente, periodos cortos de ejercitación, sesiones de quince o veinte minutos, repartidas a lo largo del día también pueden ser beneficiosas, y nos dan la ventaja agregada de que podremos manejarlas mucho mejor, acomodándolas de la mejor forma posible (o la más cómoda) a nuestra agenda.
Fuente: enplenitud.com