Plaza Sebastián Pagador, una lección de historia

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Nuestra ciudad en el último tiempo de finales de siglo, ha consolidado lugares y espacios de característica peculiar, entre ellos destaca la plaza Sebastián Pagador, como punto de partida de las avenidas Busch, Barrientos, Cap. Ustárez y Gran Chaco en el sector Norte de la ciudad.

Paseando por sus amplios espacios y a la sombra de hermosos árboles que se yerguen en sus verdes jardines, llama la atención el diseño circular, singular en nuestra ciudad. Este proceso nos remonta a principios de siglo veinte, periódicos de aquel periodo en la última página ofrecían en adjudicación lotes de terreno en el sector Norte camino a La Paz, a cierta distancia del centro, un sector el cual el Municipio bautizó como “Oruro Moderno”, el diseño es de marcada influencia francesa en apología a la plaza del Arco del Triunfo en París, con cuatro avenidas que conectan el centro y complementan los manzanos en más un caso irregular

El monumento, destaca a uno de los personajes del levantamiento de febrero de 1781 que falleció días después mientras custodiaba la Casa de Rescates de la Villa como una víctima importante de estos hechos, aclarando que los protagonistas fueron otros personajes.

El conjunto se compone en su base de piedra comanche, los frisos y la estatua fueron elaborados por el artista Alejandro Villegas Monje. En relación a los frisos, el primero representa la figura de Sebastián Pagador en las puertas del Cuartel, al fondo se percibe la Torre Grande y, una casa de arcos, en la que se entiende fue la casa de Endeiza, hoy desaparecida, donde se desarrollaron los hechos violentos en la que murieron casi todos sus ocupantes, quienes buscaron refugio en su interior, más abajo las mujeres y niños que alzaron piedras y comenzaron el movimiento en la noche del 10 de febrero; además, en otra parte del friso remonta a 1739, apreciando a Juan Bélez de Córdoba, Miguel de Castro y Eugenio Pachacnina, el primero agarrando el famoso “Manifiesto de Agravios” y los otros dos en actitud de consentimiento; el friso además contiene el ajusticiamiento en la pena del Garrote de estos personajes. En el otro friso, rememora en toda su extensión la batalla de Aroma el 14 de noviembre de 1810 y que se considera la primera batalla por la Guerra de la Independencia, esto como consecuencia de la voluntad expresada el 6 de octubre de 1810, en Oruro, a la cabeza de Tomás Barrón, en apoyo a las tropas cochabambinas comandadas por Esteban Arze para enfrentarse al ejército de José Manuel de Goyeneche.

Esta pequeña apreciación histórica permite entender nuestra identidad y el pasado, mientras se disfruta en un agradable paseo dominical mezclado en juegos en otro espacio de aquellos Rincones de mi Tierra.

Fuente: LA PATRIA