El MAS: Enemigo declarado y convicto de la clase media
05 sep 2013
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
Cuando, el 22 de enero de 2006, el MAS (Movimiento al Socialismo) llegó al gobierno de Bolivia, muchos pensaron que se acabó el tiempo de pactos y componendas, que en adelante primarían los intereses de la nación boliviana, entendida como conjunto de múltiples culturas y percepciones de futuro, dando fin a décadas de nacionalismo revolucionario claudicante y neoliberalismo entreguista. Pero, los ideólogos del nuevo partido, en la forma, no en el nombre ni en su estructura, estaban impregnados de un prejuicio, el que decía: “Las clases medias constituyen, debido a su tendencia al aburguesamiento y a la movilidad social, un verdadero peligro para el proceso revolucionario instaurado por nuestro Gobierno” (referencia de un documento constitutivo del Gobierno del MAS). Se trata de un término fiel a la Real Academia Española: “Conjunto social integrado por personas cuyos ingresos les permiten una vida desahogada en un mayor o menor grado”. Pero, esta formulación identitaria fue elaborada en pleno siglo XIX y no corresponde a la realidad actual. El hecho es que a Marx le hicieron pecar de una suerte de economicismo interpretando parcialmente “El Capital”.
A partir de una visión integral del marxismo, y del desarrollo del capitalismo tecnológico, la denominada clase media ya no es la misma, el sistema de apropiación del excedente la cambió radicalmente haciendo posible y necesaria la conversión de un concepto que radicaba cuasi exclusivamente en la economía a una categoría totalizante. La clase media ya no es más una clase acomodaticia, se caracteriza por su ascenso intelectual y también es explotada por totalitarios de nuevo cuño. De una situación cómoda, cuando había que destruir las ideas del comunismo, ahora se encuentra en una situación frágil y la contratación por la vía de las consultorías demuestra su precariedad económica y su debilidad legal.
El “clasemediero” está obligado a suscribir contratos lesivos a sus intereses de vida o a batirse en el rubro “cuentapropista” que no le garantiza, en absoluto, estabilidad. Cada vez más personas en Bolivia estudian y poseen conocimiento, así que la clase media ha crecido sosteniblemente desde un punto de vista totalizante. El MAS daba a entender en su periodo organizacional que “si no fuera posible condicionar a la clase media, se debe iniciar el proceso de expropiación de sus bienes y privilegios, y de los cuales gozó gracias a los gobiernos coloniales y neoliberales. Se deberá comenzar limitando la propiedad privada, y luego consolidar paulatinamente su debilitamiento económico y político, a fin de que el Estado pueda canalizar gran parte de los recursos públicos al ámbito rural, donde está el verdadero pueblo y las naciones originarias de este país”. El texto podrá no responder a un documento real, lo más probable es que sí, pero el contenido tiene que ver con la línea que el MAS aplicó diariamente a lo largo de casi ocho años de gobierno totalitario.
La apuesta a la exacerbación del indigenismo como supuesta recuperación de un mundo que nunca fue justo y que enseñó a los españoles cómo recuperar de mejor manera el excedente (la mita incaica es el mejor ejemplo) estuvo en 2006 como referente ideológico, y continúa siéndolo, pero cada vez más mediatizado. El MAS, un movimiento como su sigla lo indica, fue incapaz de tornarse en un partido político a la manera leninista y Chaparina lo hace derivar en neopulismo, o sea utilizar a las masas para fines partidarios, basados en el más puro prebendalismo. Se entiende que los masistas apostaron al Estado plurinacional (sin pies ni cabeza) solamente para adquirir poder fáctico. Y como la clase media les es incómoda, optaron por seducirla en el sentido de un proyecto que no le es propio o por despojarle de la posibilidad de decidir, quitándole el derecho al trabajo u obligarle a mendigar para subsistir. La última línea es la que está primando por encima de racionalidades socialistas, entendiendo el socialismo como la cristalización plena de la libertad humana.
Actualmente, el MAS, en el fracaso de su seducción, apela a un mecanismo perverso llamado “prostitución de la clase media”. La prebenda es la forma de funcionamiento de su sistema servil de poder. Sus jefes (de líderes distan mucho) han proclamado que “los servidores públicos deben ser contratados por su lealtad política, o sea entreguismo, y no por sus conocimientos”. Y la gente de clase media, en su generalidad y debido a su cobardía existencial, vende no solamente su fuerza de trabajo, sino, principalmente, su conciencia y el futuro de Bolivia se encuentra contaminado por una peste nauseabunda que tendrá que ser erradicada a mediano plazo. No obstante, el horror totalitario todavía tiene espacio y no se extinguirá rápido ya que las condiciones de desarrollo de la sociedad no están dadas para una profunda transformación.
(*) Politólogo
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