El pasado mes de agosto, los bolivianos nos sentimos halagados por haber rendido homenaje a nuestra amada Patria, al cumplirse un año más de la gesta libertaria encabezada por Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.
La Tricolor Nacional, es el símbolo al que todos debemos la máxima consideración, debiendo izarla en lo más alto como algo sagrado, en medio del profundo respeto con el compromiso de defenderla, poniendo a Dios como testigo.
Desde que tenemos uso de razón, sabemos que eso es así y por ello, día que pasa la bandera roja, amarilla y verde, debe estar siempre en la cúspide significando la ansiada libertad que nos legaron los próceres de la independencia.
Infelizmente parece que eso se ha olvidado y nos resulta extraño ver con todo el dolor del corazón, el mal trato de que es objeto el pendón nacional, rompiendo la promesa de lealtad y servicio a la nación que se hace al cumplir el servicio militar.
No hay autoridad que ponga coto al vejamen que sufre nuestro emblema, comenzando por el incumplimiento de normas y disposiciones referidas a la forma de cómo debe estar colocada.
Se conoce que la Bandera debe ser izada en un mástil siendo incorrecto extenderla horizontal o verticalmente en las fachadas de edificios públicos y particulares, dejándola colgada cual si fuera un trapo en desuso indefinidamente.
Ello corrobora al existir ordenanzas municipales a nivel de las ciudades donde se determina izar la bandera, para lo cual todas las casas y especialmente allí donde funcionan dependencias públicas, deben contar con su porta mástil donde quede sostenida la bandera.
En nuestra ciudad se cumplía al pie de la letra esas disposiciones, al extremo de que por respeto a la tricolor, para verla flamear en el mástil de la casa, los propietarios se afanaban en hacer pintar el frontis y así engalanar la fiesta cívica del 6 de Agosto.
Todo esto ya no ocurre, inclusive cuando se entona el Himno Nacional, son muy pocos los que se quedan parados y se sacan el sombrero, siendo lamentable ver caminar a otros, ajenos al respeto que se merecen los símbolos nacionales.
Otra cosa que llama la atención, es el hecho de que nuestra tricolor es vejada cuando el Escudo es suplantado por otro en la parte central, vale decir sobre el color amarillo.
Esa actitud constituye un delito para con Bolivia misma, porque al cambiar ese sagrado símbolo, se daña la dignidad de todo una nación.
Esas banderas o más propiamente los estandartes que muestran tal anormalidad, ya deberían ser confiscadas por los organismos competentes y no dejar que continúen burlándose de los mismos bolivianos a través de enseñas distorsionadas.
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