Ahora que se inicia una nueva etapa presidencial, sería más que saludable que sean tomadas en cuenta las palabras del ganador de las elecciones en el vecino país. Lo dicho por Piñera en Chile, refleja de algún modo lo que acontece en está región de América, cuando las corrientes de cambio, no permiten vislumbrar un destino promisorio; sino, todo lo contrario. Se habla más de confrontación, y no sólo entre una endeble oposición, sino en el seno mismo del partido de gobierno, donde todos se creen con derecho a tener cuotas de Poder, por el simple hecho de pertenecer a los “movimientos sociales” o ser originario.
En este artículo nos limitaremos a rescatar lo dicho por el Presidente electo de Chile, que bien puede servir de guía, para todos nosotros- y para nuestros gobernantes -porque, de una u otra manera, constituyen principios universales.
Al referirse a la anterior gestión gubernamental de Bachelet con la concertación, Piñera dijo: “Agradecer a la concertación por lo mucho bueno que hizo en los últimos veinte años”, reconociendo el trabajo realizado, exento de críticas y culpas que se enrostran, esas que separan en lugar de unir.
Cuando habla de la continuidad y la historia de su país, expresa con vehemencia: “Durante esta campaña les pedimos a nuestros compatriotas una oportunidad para acompañarlos en sus sueños y luchas. Una oportunidad, no para hacer tabla rasa de nuestra historia, ni de la obra de los gobiernos anteriores, ni para partir de cero, sino para iniciar una nueva etapa en nuestra trayectoria como país”.
Mientras aquí hablamos de exclusión, de divisiones de clases sociales y hasta de etnias, dentro de un fenómeno populista; además de buscar ministerios, vice ministerios y cargos públicos, sólo con objetivos personales, sin importar la preparación y los conocimientos. El electo gobernante del otro lado de la cordillera, dijo que quiere gobernar para todos, y reflexionó: “Haremos un gobierno de unidad nacional que construirá puentes de encuentro y derribará los muros de división. Un gobierno con los mejores, los más preparados, los más honestos y los con mayor vocación de servicio público”. Y más adelante fue enfático al hablar de unidad…de un solo país y, por supuesto, no de 36 naciones: “Seré un presidente de unidad nacional que gobernará para todos los chilenos. Pero con un compromiso y cariño muy especial para los más pobres y clase media de nuestro país. Porque, aunque tengamos legítimas diferencias todos tenemos un solo país. Somos hijos de un mismo Dios, respiramos el mismo aire, nos calienta el mismo sol y compartimos un futuro de hermanos. Nunca olvidemos que los países que se desgarran en luchas fraticidas entre sus propios hijos, destruyen su futuro”.
Y hablando de la oposición, esa que no tenemos en Bolivia: “La envergadura de los desafíos hace que necesitemos no sólo un muy buen gobierno sino también una buena oposición. Quiero garantizarle a nuestra futura oposición nuestro respeto y buena voluntad y pedirle que actúen con firmeza pero con lealtad. Que fiscalicen con rigor y tengan siempre una actitud constructiva y patriótica porque nos une lo más importante: un profundo amor por Chile y un gran compromiso con su futuro”.
Son palabras y propósitos para tomarlos en cuenta; al final, no importa de dónde provengan, ni quién los exprese, pero tienen sentido y coherencia.
Por lo menos…esa es mi opinión.
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