En lo que corresponde a los datos del último censo y la relación poblacional de Oruro, el registro es halagador como lo señalaron dirigentes de algunas entidades y también los políticos, pues creció la población aunque la mayoría se concentra en la capital y algunas ciudades intermedias, lo que nos permite mantener el mismo número de parlamentarios de la gestión anterior.
Consiguientemente para los orureños el problema que viene adelante, como sucederá con otros distritos que tienen parecida población, el asunto tiene que ver con la asignación de recursos provenientes de la coparticipación tributaria.
Han surgido ya algunas ideas dirigidas a sensibilizar a las autoridades que deben definir la suerte de los departamentos, no de todos ya que algunos con “buena estrella” prácticamente entre pocos tienen a su favor el uso del mayor porcentaje de la torta de recursos económicos, por tanto la mayoría de la población boliviana que está fuera del eje central es la que más sentirá, una vez más, la desigual distribución de los beneficios que genera la exportación de los recursos naturales que son de todos los bolivianos, pero que favorecen al segmento más poblado del país.
Y no se trata de una apreciación coyuntural, lo evidente es que la diferencia salta a la vista cuando se observa las infografías, las tortas, se lee las cifras y se desmenuzan todas las gráficas que convencen sobre esa realidad que no es nueva, pero que pudo haberse modificado con sentido de equidad social y no se hizo nada, dejando que los distritos de menor población sigan siendo los más postergados situación que debería ser prioridad en el sentido del cambio que propugna la actual fuerza gobernante nacional.
Es evidente que todos los departamentos tienen su propio cuadro de recursos naturales, unos más beneficiados que otros, por ejemplo los que tienen en su jurisdicción yacimientos de hidrocarburos o específicamente gas, los que están considerados como productores de minerales, aunque este rubro se está extendiendo paulatinamente a casi todo el país con interesantes perspectivas y están los agro ganaderos, los productores de madera, goma o castaña, soya, caña o de trigo que deberían ser parte de un desarrollo armonizado y de un país que avance equilibradamente y sin diferencias marcadas por la fría alternativa de su crecimiento poblacional.
Ahora bien, el proceso descentralizador del Estado y la imperiosa necesidad de reconocer vía autonomía departamental la independencia del poder central, para administrar de mejor manera los recursos y los proyectos considerados viables sin esperar decisiones “estrictamente políticas”, es un tema que avanza con azarosas gestiones y que todavía no tiene la fuerza necesaria para imponerse con beneficios garantizados en el futuro inmediato.
Por esas consideraciones y mientras cada departamento tenga la plena potestad de manejar los recursos que produce para definir sus proyectos de crecimiento, es urgente que se dispongan alternativas que hagan viable una coparticipación más flexible de los recursos que maneja el Estado y que se distribuyen bajo rígidos porcentajes, que no toman en cuenta parámetros reales que tienen que ver, necesariamente, con índices de pobreza en unos casos y las capacidades productivas en otros para justificar modificaciones más humanas en la delicada tarea de “construir un país en igualdad de condiciones”
El último censo muestra las diferencias del contexto social del país, lo que amerita un cambio en la estructura de las políticas sociales de una Bolivia renovada y unida.
Fuente: LA PATRIA
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