Sábado 24 de agosto de 2013

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Entre lo mucho de esta semana que termina y ofrece un abanico rico de temas que las limitaciones de espacio imposibilitan analizar, el caso de los misiles chinos aparece como emblemático por sus repercusiones futuras. Es noticia vieja, pero actualiza el tema de responsabilidades en el ejercicio del poder.
Sin la menor pretensión de exculpar a ningún comandante de entonces, porque esa es competencia de la justicia, es evidente desde el sentido común que la primera responsabilidad recae en Eduardo Rodríguez Veltzé. En el 2005, cuando salieron del país, era Presidente en ejercicio. Tal vez sin habérselo propuesto nunca y seguramente sin responsabilidad en los hechos que lo catapultaron a la presidencia, estaba en ese cargo. Penosa coincidencia que hoy, en la etapa decisiva del juicio por un caso no esclarecido totalmente, esté como agente de Bolivia en el juicio internacional por la demanda marítima.
Ese es, siempre, el precio del poder. El tener que "ponerle el pecho" a lo malo que ocurre durante la gestión de gobierno es el precio de gozar de eso que el expresidente Víctor Paz Estenssoro definió alguna vez "maravilloso instrumento del poder". La connotación de la frase es obvia. Todo es posible, cuando se lo detenta, aunque tal vez alguien no lo haya buscado, como en el caso de Rodríguez Veltzé.