El tema de los profesionales desempleados es realmente preocupante en el país, pero de manera particular en nuestro distrito que, según algunas cifras, tiene el mayor índice de desocupación y al mismo tiempo el contingente más grande de trabajadores alineados en la actividad del comercio informal.
No es ninguna novedad hablar de profesionales que tienen puestos de venta en los mercados o las ferias o que conducen sus vehículos de servicio público, porque sencillamente el mercado laboral en ciertas ramas profesionales está prácticamente saturado, el caso de los abogados, comunicadores, auditores y ahora último antropólogos e inclusive médicos.
Una reciente explicación del ejecutivo de la Federación de Profesionales de Oruro corrobora lo señalado anteriormente y amplía el panorama del desastre ocupacional al señalar que de cada diez profesionales en el país sólo uno llega a ejercer como tal, luego de una prolongada espera para ubicarse en alguna vacancia. La perspectiva económica no siempre es de las más satisfactorias.
Otro dato interesante sobre la materia y que surge en el ámbito de la entidad que agrupa a los profesionales, señala que “la comunidad de profesionales ocupa el tercer lugar entre los sectores desocupados y se lo identifica como el “desempleo ilustrado”, que está conformado por ciudadanos con grado de educación superior, pero sin acceso a fuentes de empleo seguro, por tanto con la necesidad urgente de ubicar cualquier trabajo que le permita subsistir, peor aún si se trata de sostener una familia.
Los directivos de la Federación de Profesionales sugieren que las universidades busquen “relaciones con el Gobierno y la sociedad para definir políticas de creación de fuentes de empleo”.
Es posible que tal sugerencia pueda tener cierto valor en el reconocimiento de la calidad “profesional” de los desocupados que podrían insertarse a la fuerza laboral de la Administración Pública, lo que implica, por supuesto, un compromiso político, que no siempre está en la mentalidad de los profesionales, por tanto se trataría de una solución coyuntural de beneficio transitorio.
Lo que se ha sugerido y lo hemos hecho desde la presente columna es que las universidades del país en su conjunto apliquen cambios sustanciales en todos sus programas de manera que los mismos estén adecuados a las necesidades específicas de cada región y no al interés lucrativo de lanzar “egresados al por mayor” sin mercado laboral asegurado y además fuera de la necesidad práctica que se identifique en cada departamento.
Las universidades deben ser los centros capacitadores de profesionales para responder al desafío del desarrollo sostenible en cada distrito, de manera que sean más los ingenieros, técnicos, planificadores los especialistas en las nuevas tecnologías de la cibernética para su aplicación en las profesiones que ahora son las de mayor demanda a nivel mundial y que todavía son escasas en el mercado laboral de nuestro país. En el caso de Oruro sería deseable cambiar la aritmética simple, de manera que no sigamos sumando doctores y más bien multipliquemos técnicos, ingenieros, metalurgistas, agrónomos y salubristas, que respondan a los requerimientos que diariamente publica la prensa nacional.
Fuente: LA PATRIA
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