Ha sido sacerdote durante 64 años y obispo durante 45: el Señor llama un día al corazón de René. -Soy pequeño, yo no sirvo. -A éstos quiero Yo, a los que se reconocen indignos.
La vocación al sacerdocio se trata de un don de Dios: “No son ustedes los que me eligieron a Mí, sino que Yo los escogí del mundo, para que vayan a predicar y fructifiquen y su fruto permanezca”. El muchacho crece en edad y sabiduría delante de Dios y de los hombres, imitando al Redentor cuando era adolescente.
En Sucre estudia humanidades y filosofía en el Seminario de San Cristóbal. Los superiores notan que René es un joven que rendirá sus frutos a su tiempo. Para la ciencia de Dios, la teología, acude René Fernández Apaza al Seminario Mayor que los Padres Jesuitas tienen en Villa Devoto, en el gran Buenos Aires de Argentina.
Poco tiempo después, René se decide. Se entrega a la causa para la cual ha sido llamado. Jesucristo lo es todo para él. El 28 de noviembre de 1948 el cardenal Caggiano unge aquellas manos para que cuanto bendijeren quede bendito y cuanto consagraren consagrado, y se emociona al recibir del pontífice el beso de la paz, después de prometerle respeto y obediencia.
Sacerdote para siempre, constituido “Alter Christus”, regresa a su patria para ponerse a disposición del Arzobispo de Sucre, y trabajar en la parcela que se le encargue.
En Chuquisaca laboró en varios cargos parroquiales, sus merecimientos le consiguieron ser Prebendado de la Catedral y Canciller del arzobispado.
El 2 de marzo de 1968 fue elegido Obispo de Oruro, y consagrado sucesor de los Apóstoles el 21 de abril de ese mismo año.
Monseñor Fernández Apaza, condujo esta grey a él confiada durante los duros y difíciles primeros años del post Concilio, que los afrontó con un verdadero espíritu martirial, ante las incontables defecciones sacerdotales de su clero diocesano, así como las de religiosos, en especial las de una congregación masculina que en esos tiempos contaba con un verdadero escuadrón de sacerdotes y hermanos y una multiplicidad de obras, misma que vio reducido su personal apostólico a unos cuantos religiosos, y que entregó sus obras sociales a grupos sindicales, en una visión equivocada de pastoral, más afín con ideologías izquierdistas que con los fines y propósitos de la Iglesia.
Nuestro obispo tenía una marcada, leal y afectuosa cercanía con los seglares. Apoyó fuertemente en especial dos obras de apostolado, como fueron la Legión de María, y las Comunidades eclesiales de base. En su arquidiócesis de origen había animado como párroco grupos de la Legión de María tanto en parroquias rurales cuanto en la parroquia de Santo Domingo de Sucre, y en Oruro, ya como obispo, asumió la dirección espiritual de uno de los dos grupos legionarios que habían quedado ante la arremetida anti-eclesial del Vaticano II equivocadamente aplicado, el grupo legionario de la Catedral, que puso en el interés pastoral de Monseñor Fernández la necesidad de continuar con la edificación de la Catedral que había quedado paralizada durante la Guerra del Chaco. Posteriormente, la conformación del Comité Pro Construcción de la Catedral, tuvo otro desarrollo, pero fue en ese ambiente apostólico que se gestó la idea primigenia de la actual Catedral de Oruro.
Animaba entusiásticamente las Comunidades eclesiales de base, dando su apoyo y aliento al Equipo de Servicio Comunitario, que de forma itinerante daba cursos de Sagrada Escritura y Doctrina Social de la Iglesia, de parroquia en parroquia, fortaleciendo la fe de los bautizados y laicos comprometidos y respetando los carismas de las asociaciones eclesiales. En un episcopado posterior las CEBs asumieron un cariz politizado y se quiso erradicar las asociaciones apostólicas que no estuvieran en consonancia con la teología de la liberación.
Era un hombre sencillo y respetuoso, de sonrisa franca y siempre agradecido. Nunca se olvidó de quienes estuvieron junto a él en la obra evangelizadora de su diócesis.
Ejerciendo su episcopado en Oruro el Papa Paulo VI lo nombró Obispo Castrense de Bolivia en 1975, y, el 21 de noviembre de 1981 preconizado Arzobispo Coadjutor de Sucre. Fue obispo de Oruro durante casi 14 años.
Ya como arzobispo de Sucre el 16 de abril de 1988 asumió el Arzobispado de Cochabamba, siendo quizás el único caso en que un mismo arzobispo recibió simultáneamente en dos diócesis a Juan Pablo el Magno. Fue trasladado a Cochabamba en medio de una tempestad eclesial, que él supo calmar y dirigir la barca de su diócesis con tino y acierto pastoral.
El reciente 14 de agosto, entregó su alma al Creador, este prelado “amado de Dios y de los hombres cuyo recuerdo es para bendición”.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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