Los números que provienen del censo 2012 siguen dando sorpresas y una que otra revelación para los distritos, más allá del impacto que significó la resta en el número de ciudadanos donde menos se esperaba y algún aumento no precisamente sustancial, allí donde la vista estadística no pensaba en que pudiesen darse cambios, que en el recuento se vuelven factores determinantes para el manejo de dos componentes futuros, los escaños y la distribución de los ingresos provenientes del IDH y otros ítems financieros.
Sin embargo de las actitudes que ya surgieron en los niveles políticos, pero sobre todo en las organizaciones cívicas y sindicales, el mayor problema se confronta en los macro distritos nacionales, caso del “eje central” Santa Cruz, La Paz y Cochabamba donde los números muestran las variantes y en algunas circunstancias no convencen a sus autoridades, dirigentes y a la población que observa con frustración los posibles recortes que puedan darse en representación parlamentaria y en recursos económicos.
Esos datos posiblemente sean ratificados o quizás puedan modificarse con ciertas y estrechas modificaciones que no incidirán mayormente en el esquema de la conformación parlamentaria y con menor valoración en la economía de cada departamento.
Lo que sí llama la atención es que los mismos números vistos con otro sentido de orden comunitario, revelan que en el país existe una clara tendencia a la fragmentación de los territorios locales, lo que se demuestra cuando se cuentan más de 60 municipios con menos de cinco mil habitantes cada uno.
Y en esa disposición numérica resulta que el Departamento de Oruro es el que tiene más municipios con “escasa población”, un total de 17, La Paz con mayor territorio cuenta con 10 y Potosí tiene 9 poblaciones con menos de 5.000 pobladores. Este hecho es una clara muestra de la dispersión de habitantes que se “agrupan” en pequeños reductos poblacionales y pierden la posibilidad de ser centros productivos que exijan mayores beneficios para encarar sus planes de desarrollo, la aludida fragmentación tiene esa consecuencia negativa
El caso de Oruro debería ser objeto de un tratamiento serio en los niveles de organismos regionales, empezando por las autoridades, la Asamblea del Departamento y el Concejo Municipal, la Brigada Parlamentaria y la entidad cívica, además y de manera especial el Colegio de Profesionales con una comisión multidisciplinaria que estudie los efectos negativos de la dispersión poblacional y promueva una solución técnica que evitando confrontaciones de límites u otros intereses, más sectarios y políticos, presente un plan coyuntural para unir las fuerzas provinciales y crear comunidades unidas que sumen más habitantes y hagan fuerza para lograr la atención de los poderes del Estado a través de las autoridades locales.
Entre los 17 municipios de Oruro el de Machacamarca tiene 4.820 habitantes, le siguen Escara con 4.223 y Curahuara de Carangas con 4.183, luego los otros municipios tienen cifras que oscilan entre los 2.000 y 1.000 pobladores, pero también están Yunguyo de Litoral con 514 y La Rivera con 509 habitantes, esos datos que revela el censo, deben servir para formular un replanteo de la vigencia de municipios, para mejorar la organización territorial y alcanzar objetivos de un mayor desarrollo conjunto para no seguir dependiendo de las dádivas que no mejoran la calidad de vida de los pobladores “perdidos” en pequeñas comunidades. Es un desafío técnico político que debe trabajarse para evitar situaciones de una clara discriminación social.
Fuente: LA PATRIA
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