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Domingo 18 de agosto de 2013

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Sobre Cergio Prudencio

18 ago 2013

Fuente: LA PATRIA

Carlos Rosso

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En la década de los años setenta, la Universidad Católica Boliviana, en La Paz, ensayó una experiencia pedagógica para formar músicos a nivel académico: el Taller de Música de la U.C.B. (1974-1978). Algunos de los músicos que de allí egresaron empezaron a hablar de imaginarios nuevos, de reencarnaciones y encuentros; de ilusiones retadoras, pero, al final, de todos ellos sólo quedó Cergio Prudencio hablando y practicando estos retos, estos imaginarios; y para mejor hacerlo ‘inventó’ y dio vida a su Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos. Los demás emigraron al extranjero o se quedaron en Bolivia sin enfrentarse, significativamente, a los ideales ‘inventados’ en el Taller de Música.

Cergio Prudencio se define como un músico empeñado en:

“…hacer música para Bolivia ante la necesidad de encontrar una identidad y una función como músicos en nuestro propio contexto histórico. Ante la necesidad de no emigrar. Ante la necesidad de decir, de no callar, aunque fuera inventando un lenguaje…”

(Aharonian, 2002:106).

Una declaración de principios, se diría, una manera de entender la música boliviana con los ojos de un compositor joven en las postrimerías de un siglo convulso y despiadado. Prudencio, como no puede ser de otra manera, es el resultado de un largo proceso al cual nos hemos venido refiriendo a lo largo de estas historias, todas las cuales, de una u otra forma, convergen en las maneras que él tiene de ver las cosas. Afirma, sin ambages, que la música en nuestro continente americano es:

“…un arma de defensa cada vez más contundente en su función histórica […] un estado permanente de producción en confrontación”

(Aharonian, 2002:106-107).

En fin, él asume para sí un reto que, al expresarlo en palabras parecería incluso un discurso, cuando en realidad no es sino la manera que Prudencio tiene para explicar una postura estética definitivamente muy personal, que se expresa mejor cuando dice:

“Es que aquí (en Bolivia) la música es un ánima vital que transita por los tiempos. Como las montañas, como la hoja de coca o la lluvia, como todo, la música en este mágico ámbito del altiplano andino es un ser viviente nacido de las invocaciones humanas a la naturaleza”

(Prudencio, 2002:24).

Para él lo andino necesitaba ser mejor estudiado, mejor entendido en la puridad de su esencia, y por eso empezó por ‘buscar’, comprendiendo que, para su trabajo, “investigar no es un fin sino un medio”

“… En ese acercamiento (dice él) fui haciendo consciencia de la importancia que tenía para ese mismo propósito creativo el desentrañar y entender los conceptos (nociones) estructurales y culturales de la música en la mentalidad de los propios músicos aymaras”.

(Aharonian,2002:107).

De aquí en más el trabajo de Cergio Prudencio resulta ser una de las aventuras más lindas en esta búsqueda de identidad musical nacional; no ha terminado, es cierto, sigue, y sigue en medio de incomprensiones y hasta críticas mordaces; mientras tanto, y como siguiendo los pasos convulsos de Velasco Maidana, también se ha permitido llevarse a pasear la ‘música boliviana’ a Alemania, esta vez a Donaueschingen, dejando otra vez perplejos a los alemanes. En 2009 Prudencio ha recibido la beca “Guggenheim”, el Festival de Música en Innsbruck (Austria) le ha encargado una obra para orquesta sinfónica y está nuevamente invitado con su Orquesta de Instrumentos Nativos para participar en el citado festival de Innsbruck en 2011. Sin embargo, la labor de Prudencio no parece ser sencilla, porque en la estética que él se plantea no se trata de imitar ni de copiar, y mucho menos de imposturas baratas. Hay un largo trabajo detrás de todo esto. Hay una propuesta que no admite concesiones, porque está fundada en constataciones de evidencias antiguas; de un mundo que no miente, de una actitud comprometida de manera abierta y deliberada con la esencia misma de lo andino; elaborada de tal manera que trasciende lo exótico y no admite concesiones de ninguna naturaleza, con lo cual es música que sabe expresar una autonomía autosuficiente, sustentada en un verdadero y auténtico amor a la más genuina tradición moral del mundo andino, en su relación primigenia con la naturaleza, para entender la condición humana.

Fuente: LA PATRIA
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