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Domingo 18 de agosto de 2013

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Revista Dominical

“Tata” Alejo, el padre del pueblo

18 ago 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Marco A. Flores Nogales - Periodista

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Desde la ventanilla de un avión que partió desde Alemania, el joven sacerdote Axel Gerling, divisaba cerros y montañas, sin imaginarse que lo cobijarían y caminaría sobre senderos de tierra cargando en una mano la Biblia y en la otra la semilla, para sembrar en los infinitos campos y corazones de quechuas y aymaras fe y esperanza de un mundo mejor.

Hace pocos días, para ser exactos el 4 de agosto, se cumplieron 40 años desde que el padre Axel o Alejo como también es conocido, llegó a Bolivia para ser cautivado por el mundo andino.

Son cuatro décadas llenas de muchas historias de Axel Gerling nacido en Würzburg, Alemania, un 26 de junio de 1945, hijo primogénito de doña Theresia Gerling y de Wilhelm Gerling.

Inició sus estudios primarios en Karlstadt y la secundaria en Würzburg, luego realizó estudios de filosofía, teología y otras materias en la Universidad de Würzburg, donde recibió el diploma en teología en 1971 y un año después se ordena como sacerdote, perteneciendo a la diócesis de Würzburg hasta hoy.

Acullicando la hoja de coca, en la sala de su hogar responde amablemente preguntas sobre sus 40 años en Bolivia y teje un poncho fino de experiencias y vivencias invalorables.

¿Cómo es que decide ser sacerdote?

Yo digo que es casualidad, por casos ajenos a nosotros, yo tenía muy buenos educadores después de la post guerra en Alemania. Mi profesor de Religión me preparaba para la primera comunión y como un niño por primera vez escucha de Dios, es lo más importante, es el primer contacto.

He tenido la gran suerte de tener maestros muy preparados, el párroco, el que me ha preparado. Estaba en un colegio de humanidades, nada de matemáticas y física.

La literatura me impresionaba en esa época y nos han preparado muy bien.

Empecé la investigación, lo que en el fondo a todo el mundo une, qué es el fundamento de todo, por eso he estudiado mucho filosofía, cinco años, por saber qué hay detrás de las cosas. También he estudiado un poco de medicina y clases de psicoanálisis.

Mi primer contacto con América Latina fue viajar a México, aún no era sacerdote. Entonces dije que me voy a dedicar a lo que está más cerca de mis preguntas y a la gente, porque en México se me ha abierto que no solamente hay que ser intelectual, sino que hay que hacer algo para la gente. Entonces dije voy a ser sacerdote y terminé mis estudios en teología.

¿Conocía algo de Bolivia?

No conocía absolutamente nada de Bolivia. La única referencia de Bolivia era a través de una enciclopedia, sabía que era un país con 5 millones de habitantes, con más golpes de Estado, que una etnia era quechua y otra guaraní, además que se la consideraba como el pobre sentado en una silla de oro.

¿Cómo llega a Bolivia?

Había un sacerdote en San Ignacio de Velasco que ahora está en La Paz y el Obispo me dijo que puedo ir a Bolivia, porque allá hay uno de la diócesis y puedes vivir en la Chiquitanía y han hecho un contrato con la diócesis de San Ignacio de Velasco.

¿Cuándo llegó a Bolivia?

El 4 de agosto de 1973, llegué a La Paz, luego viajé a Cochabamba. En La Paz me sorprendió ver a mucha gente desfilar con mucho civismo, lo mismo en Cochabamba habían desfiles y yo dije en este país todo es desfile.

Luego viajé dos días en camión hacia un lugar llamado Florida y por algunos motivos logísticos dijeron que había un sacerdote alemán (Manfredo Rauch) en Independencia y debía ir para culturizarme en la manera boliviana.

Como sacerdote Fidei Donum fui enviado a la diócesis de Cochabamba en agosto del 1973, desempeñando funciones de vicario en la parroquia de Independencia. Desde 1978 soy párroco en la provincia de Tapacarí, precisamente en las parroquias Jesús de Challa y Cristo de Ramadas.

En Independencia me llamó mucho la atención las misas, las visitas, cómo se unía la religión con el campo. Allá se trabajaba con la Biblia en una mano y en la otra la semilla.

Desde 1980, tengo el cargo de representante legal de obras de agroecología, salud y educación en ambas parroquias financiados por Misereor. En marzo de 2010, fui nombrado ecónomo de la arquidiócesis de Cochabamba, cargo que actualmente sigo desempeñando.

¿Cuál fue la impresión que sintió en ese momento?

Yo vengo de una familia de panaderos, nunca antes había visto una vaca, pero desde ese momento todo era ver muchas vacas y ovejas. Era para mí un nuevo mundo y me gustaba desde el comienzo.

¿Cómo hacía para comunicarse con la gente?

Después de estar dos años en Independencia, he descansado seis meses para aprender quechua, tenía un intérprete y por ello quería aprender el idioma.

Ahora yo hablo y sueño en quechua

Aprender aymara fue más fácil porque se parece mucho al alemán en su estructura, cuadrado y emociones muy guardadas.

¿La música también le gusta mucho?

Yo tenía un grupo de música que se llamaba Intikanchay y participamos en una competencia y salimos en segundo lugar, un grupo llamado los Kjarkas ganó el primer lugar. Mi alternativa era ser músico profesional o sacerdote.

PADRE ALEJO

El “Tata” Alejo destaca también que el tesoro más grande que ha encontrado en Bolivia es el calor humano de la gente. Caminando o sobre un fiel caballo recorrió montañas y quebradas del mundo andino.

Las misas ecológicas que realiza en el campo, son un encuentro íntimo entre Dios y la Pachamama, los charangos, mandolinas, zampoñas y bombos elevan a las montañas las oraciones de hombres y mujeres del campo, gente que lo recibe como uno más de ellos, no es el extranjero, sino el padre que reza en quechua y aymara, el padre del pueblo.

Pasaron cuatro décadas “Tata” Alejo pero aún hay mucho campo por caminar, muchas semillas por sembrar y muchos niños por abrazar con tu poncho. (Tawa chunka watas pasankuña. Tata Alejo, piro ashkataraj purina kashan, ashka mujutaraj tarpuna y ashka wawastaraj abrazanayki ponchuykiwan).

Fuente: LA PATRIA
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