Llegó Ismael Cala, el conocido entrevistador de la CNN, a Bolivia y comenzó una novela que será comentada, seguramente por mucho tiempo entre comunicadores, periodistas y público en general.
Todo hubiese transcurrido de manera medianamente discreta pero, cuando no, los hombres del presidente se encargaron de convertir una simple entrevista en un encontrón de dimes y diretes en que salieron perdiendo todos.
SIMPLE LÓGICA
Cala afirmaba a un medio televisivo que la entrevista había sido pactada tres meses atrás. Luego fue confirmada dos semanas antes de su llegada al país. Él con su equipo se presentaron a palacio el día indicado a horas tres de la tarde. La cita fue suspendida para las siete de la tarde. Cala aguardó pacientemente hasta que le comunicaron que su excelencia estaba cansado y que no habría entrevista.
Lo anterior es la simple verdad (al menos desde la perspectiva de Ismael Cala), y esta verdad fue comentada a los medios televisivos de manera sencilla, como corresponde a un comunicador y no como la queja que el presidente indicó.
REVANCHA
El Presidente afirmaba que cuando fue invitado por CNN a un partido de fútbol, el encuentro fue cancelado y él no se habría quejado a nadie. Hasta aquí todo perfecto, pero...
Un sencillo razonamiento y un mínimo de sentido común nos hace ver que el trato a Cala fue entonces una venganza o, mejor digámoslo más suavemente, una revancha. Por cierto en su discurso el presidente habló de otras cosas y nunca admitió el revanchismo.
En opinión de éste humilde columnista, un presidente de un Estado no puede bajar al nivel de un periodista, por muy famoso y connotado que éste fuera. La diferencia entre ambos es abismal y no amerita ningún tipo de enfrentamiento. Enfrentamientos verbales entre jefes de estado, vayan y pasen porque, finalmente, son comprensibles y hasta expresan lo que sienten las mayorías. Pero querer chocar contra un periodista es desagradable como ya lo sabemos por las metidas de pata del alcalde cruceño Fernández en contra de la prensa.
OTRAS COSAS
En su discurso, Don Evo decía que nadie podía obligarle a ser entrevistado. De acuerdo, pero si la entrevista fue concedida por sus hombres hacía tres meses, ¿por qué sus hombres no hablaron en su momento?
Su excelencia se preguntaba por qué Cala había salido de Cuba. Seguramente lo hizo por las mismas razones por las que lo hicieron miles y miles de hombres y mujeres, porque Cuba, no es precisamente el paraíso que se insiste en querer mostrar y, peor aún, después de la desaparición de la Unión Soviética y de todo el bloque comunista.
El presidente se preguntaba si el apellido Cala tenía origen en Kala o en Kara. ¿No hay cierto tono discriminador y racista en esto? ¿Y dónde queda la ley? Por cierto el apellido de Ismael nada tiene que ver con estos vocablos quechuaymaras, por ende habría que pensar, tomándolo por el lado amable, que el comentario presidencial fue solo una broma (¿aunque pesadita, no?).
Asimismo el jefe de Estado afirmaba que la prensa lo edita y él no quiere ser editado. Legítimo deseo el del Presidente, pero esto, ya los hombres del Presidente debieron hacérselo notar a Ismael Cala hace tres meses o dos semanas. Ahora bien, la edición es un instrumento típico del periodismo y más aún de la TV, donde siempre escuchamos la cantaleta de que el tiempo es un tirano, pero tratándose de su excelencia bien puede hacerse la excepción ¿o, no?
Al final la entrevista se hizo y, después de la novela vivida, seguramente tiene sabor a poco. ¿Nos importarán las recriminaciones y reclamos de Don Evo a Ismael Cala? Quizás sí, quizás no.
(*) Comunicador Social
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.