Falta de confianza y dudas calaron hondo en el espíritu ciudadano. Esa sensación a flor de piel en la gente sin militancia se refleja a diario con fuerza en una reacción inicial de rechazo o dudas sobre cualquier noticia o iniciativa oficialista.
El problema es que el "piensa mal y acertarás" típico de una conducta de chismosas de barrio crece como mancha de aceite en el conjunto social. Se alimenta de una escasa capacidad de la cúpula para explicar acciones y decisiones, como despreciando la inteligencia de la gente, en el supuesto de que es una forma involuntaria de actuar. La consecuencia es la creciente falta de credibilidad, fundamental en la relación gobernantes-gobernados.
Eso más o menos explicaría parte de las dudas y críticas al censo y la forma en que reaccionaron las autoridades del más alto nivel. El solo hecho de anunciar que "habrá una auditoría internacional" significa admitir que sólo un veredicto externo eliminará dudas y desconfianza. Como si una revisión interna, con medios técnicos y humanos propios fuera poco solvente y poco creíble porque sólo lo que dicen los de afuera es cierto para los de adentro. Eso sí, en verdad, es mentalidad colonialista.
Fallas en este tipo de procesos no son sin embargo sólo patrimonio boliviano. El presidente de Chile, por ejemplo, pidió "perdón" a sus conciudadanos por los errores "en la planificación y ejecución" del censo 2012, lejos de insistir en aplicar datos errados. Sebastián Piñera no habló de "auditoría externa" para que le crean. Propuso "mejorar procedimientos" o censar a ese 9,3 por ciento de gente que no fue censada. Los expertos, sus expertos, le recomendaron repetirlo, aunque costó 60 millones de dólares. Los paraguayos tienen también un problema similar.
En nuestro país y en la perspectiva de un "censo agropecuario" a breve plazo, en lugar de buscar legitimidad externa sería más útil revisar las causas de la gran diferencia entre datos preliminares y oficiales, aparentemente definitivos. Despejar dudas de manera racional, clara, sin prejuicios ni pretensiones de justificación. Y sobre todo, asumir el compromiso de enmendarlos y cambiar lo que haya que cambiar en base a un criterio racional, imparcial y eminentemente técnico.
Tal vez convenga postergar el "censo agropecuario" hasta tener un registro completo de fallas, errores y conductas. Y sobre todo, la receta para evitar un tropezón en la misma piedra. Recuperar credibilidad le importa al Gobierno. Al resto de la gente le importa confiar en que los números sean correctos y los mismos, aunque diferentes porque se refieren a cabezas, cuernos o patas.
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