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Domingo 04 de agosto de 2013

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Revista Dominical

La entrevista secreta de los héroes

04 ago 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Alfonso Gamarra Durana - Miembro de la Real Academia de la Lengua y de la Academia de Historia de la Medicina

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La causa de los acontecimientos del mundo puede estar guardada lejos del entendimiento humano. No se puede comprender el porqué de su origen, de tal manera que cae en el misterio insondable. Si los hombres ejecutan acciones, se puede quizá apreciar su proyección, pero hay ocasiones en que ellos mismos determinan que se queden escondidos entre los secretos. La denominada reunión de Guayaquil entre el general Simón Bolívar y el general José de San Martín parece haber sido planeada por el destino al acercar a los dos genios de la Libertad en sus respectivas campañas que llevaban distinta orientación. Eran jefes de sus ejércitos, la expresión noble de su indómita lealtad a la patria, los idóneos guerreros de los triunfos y victorias; eran los jerarcas de la sinceridad y la destreza, los paladines de la justicia y la independencia. Quisieron intercambiar sus pensamientos, y atesorar sus conversaciones en el cofre de los secretos porque ninguno se consideraba más grande que el otro; nimbados de gloria, sin embargo, actuando con la humildad de los escogidos.

ANTECEDENTES

En Tucumán se proclamó la independencia de las Provincias Unidas de América del Sur el 9 de julio de 1816. Desde entonces los monarcas absolutistas temieron perder sus reinos porque se asentó en la declaración formal que los países libres del continente nunca jamás aceptarían tener reyes. El gobierno de Buenos Aires desde 1810 comenzó a preparar sus ejércitos para enfrentarse a los españoles que ocupaban el norte de sus provincias, el altiplano y los territorios de allende los Andes. Más tarde, dos generales habían comenzado, cada uno por su lado, la carrera hacia el núcleo de la riqueza, el Perú. San Martín había sido el primero en iniciar ese ambicioso proyecto. A Bolívar lo contenía el otro tipo de política y de los caracteres especiales que tenían los caudillos del norte, que contaban con guerras civiles, anarquía, ambiciones, los gobernantes muy localizados, las dictaduras situadas en regiones pequeñas.

El rey de España, al desaparecer, creó una división tan profunda como nadie se la esperaba en ninguno de los continentes. Los que luchaban por la justicia de un gobierno local, tuvieron que adoptar formas absolutistas y anticonstitucionales. Los héroes de ese entonces no se entregaban de lleno, sino que lo hacían con escepticismo y con mucho cuidado frente a los rivales de sus propios bandos. Por eso se creó una especie de guerra entre coterráneos, que inicialmente no conducía a ninguna esperanza.

No fueron simples discursos, posiciones de ambiciosos devaneos o verdaderos intentos sino propósitos bien definidos de convertir a personajes rebuscados en príncipes, o trasladar prácticamente a un monarca de afuera apoyado por soldadesca. Pero existían muchos personajes opositores, e intereses y valores económicos que lo impedían. Hay que tomar en cuenta que en el norte de Sudamérica se transitaba una época en que se aniquilaba o degollaba o fusilaba, antes que los contrincantes hicieran daño propio con los patriotas. Mataban o morían de hambre si no había una correcta obediencia. No se objetaba que el pueblo era la fuente del poder; y mientras no se la delegaba a una persona fuerte, la plebe tenía derecho a gobernarse a sí misma. En esto radicaba la fuente del poder revolucionario. Cuando el rey, presionado por sus generales liberales dio un decreto que convocó a las Cortes el 9 de julio de 1820 abrió las válvulas de las insurrecciones en el Nuevo Mundo.(1) Incluso los americanos incidieron en las modificaciones políticas de la península, a tal punto que el argentino Juan Martín de Pueyrredón empujó a los señores Lezica y Arguibel en España a efectuar la revolución de Riego, que se desenvolvió en Cádiz, por cuya consecuencia no salieron del puerto veinte mil hombres que estaban destinados a combatir contra Bolívar; lo que se pudo tomar como un efecto del liberalismo. Después, vuelto al trono, Fernando se volvió absolutista y no liberal, de haberse mantenido esta situación se hubiera podido tratar la independencia con conversaciones y no con combates sangrientos.

Por el contrario, en las provincias influenciadas por el río de La Plata, los generales patriotas se movieron hacia varios puntos cardinales, con aparente rapidez y éxito. La toma de Lima por San Martín ocasionó malestar a Bolívar porque había sido conquistada por las armas argentinas, lo mismo que Montevideo, Buenos Aires, Chile y el Perú. En Venezuela en cambio todavía se combatía denodadamente contra los ibéricos. El entorno de Bolívar pensó de inmediato que para continuar con su plan de expansión podía apoyarse en el muro de contención de San Martín, por eso lo consideró desde el primer momento como su amigo.(1)

Tanto Bolívar y San Martín cumplían sus campañas rechazando todos los elogios y fortunas que fácilmente se les ofrecía, especialmente los títulos nobiliarios y los oropeles de una realeza inexistente, demostrando que la generosidad y el desinterés se hallaban en el primer plano de sus virtudes. Antes y durante la batalla de Carabobo, Bolívar se sintió holgado, y por eso entró triunfante a Caracas debido en gran parte a la consunción de los jefes españoles que fue en incremento por las intrigas políticas que entre ellos se manifestaban y por las hondas divisiones que surgían en sus pasiones. La masonería y el liberalismo eran para los españoles armas poderosísimas contra sus coterráneos; y el Tribunal de la Inquisición ejercía también fuerte presión sobre los absolutistas. Estas coacciones de mando presionaron también el poder que tenía el Libertador San Martín en Lima, y esos subterráneos intereses le hubieron debido llevar a manifestar en un par de ocasiones que el Protector del Perú tenía el deseo de no gobernar más de un año. Todas las actitudes que fue mostrando confirmaron que las palabras eran sinceras, puesto que si tan disciplinado era San Martín, el mando y el ordenamiento le obligaban a cumplir con lo que mencionaba.

Por su capacidad y conocimientos los dos grandes de América fueron estrategas de sus tropas y organizadores de sus gentes. Cuando empezaron sus cruzadas no habían pensado que iban a llegar a definiciones políticas continentales.(1)

Si España, en lugar de haber seguido combatiendo los gobiernos autónomos que se iban formando, los hubiera reconocido como naciones, hubiera conseguido mayores éxitos políticos, y en consecuencia, quizá San Martín hubiera aceptado la venida de un príncipe extranjero si por ese medio se declaraba la independencia. A los militares patriotas y políticos colombianos sólo les motivaba la independencia. Bolívar había demostrado que iba en busca del enemigo para batirlo donde sea. Ambos buscaban derrotar la opresión y ganar la libertad. Lo único que les molestaba era que los antagonistas pretendieran llamarlos tiranos que buscaban gobernar sin democracia.

LO ENCUBIERTO LLEVABA

A PRESUMIR

Así como en algunas partes del globo se han guardado acaecimientos y datos de la historia universal, la entrevista de Guayaquil ha sido cubierta por velos puestos por sus protagonistas para conservarla entre los grandes misterios mundiales, porque no ha habido mucha trascendencia de lo que sucedió en aquella ocasión a puertas cerradas. Por este afán de mantener algo oculto hay que descartar las interpretaciones posteriores hechas a la ligera. Muchos historiadores hay que no quieren aceptar lo que denominan la novela forjada por Domingo F. Sarmiento; y por otra parte, se encuentran muchas versiones publicadas por el embajador argentino Eduardo Colombres Mármol, que actualmente se las considera como erróneas.

Las diversas explicaciones que muchos autores escribieron añadiendo fantasías, han contribuido a que este suceso se encontrara en la versatilidad historiográfica. Más abajo explicaremos que en 1915 apareció un documento explícito, pero hasta entonces mucho había sido escrito caprichosamente. El chileno Francisco A. Encina, admirador del Libertador, en un voluminoso estudio, cita principalmente que San Martín buscó a Bolívar por los auxilios que pudiera prestarle para terminar la guerra y después de la cercana victoria quería alejarse de un escenario que se le había hecho insoportable. El entendido de este historiador no fue cabal porque dijo de la reunión que “era un hecho que carece de trascendencia histórica”. Rufino Blanco Fombona, otro conocido publicista, consideró también como “un episodio más en la vida de Bolívar”, no sopesando la tarea del héroe argentino, aunque éste había dicho: “Para mí habría sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes del General a quien la América le debe la Libertad”.(4)

Un enemigo declarado de Bolívar, el francés Gabriel Lucy Lafond, publicó en 1844, una versión apócrifa de la carta del 29 de agosto de 1822 en la que registra numerosas inexactitudes, como -entre muchas- que el general San Martín había abdicado por no obtener de Bolívar fuerzas suficientes en su apoyo, y que en la conferencia de Guayaquil, San Martín había manifestado que no correspondía a Bolívar decidir su anexión a Colombia. Varios escritores argentinos se hicieron eco de la carta apócrifa del francés originando algunas especies calumniosas. (4)

LOS SUCESOS

Cuando los lugartenientes de Bolívar, que estaban cerca de esa ciudad costera, se enteraron que San Martín deseaba anexar definitivamente Guayaquil al Perú, le avisaron al Libertador colombiano, éste salió apresuradamente a posesionarse con su presencia, de esa manera Bolívar le había ganado de mano en la toma de ese puerto. Cuando llegó San Martín comprobó que el caraqueño lo había incorporado a Colombia. No podían batallar por una ciudad libre americana, descontando una guerra civil con el Perú. Bolívar le negó el suministro de armas y pertrechos, y por supuesto, los contingentes para que siguiera su plan. San Martín, que ya había cumplido el año de plazo mencionado por él, para no emplear la fuerza, y siguiendo sus principios de moral y patriotismo, aceptó sostener el propósito de repeler a los foráneos mercenarios con las dos fuerzas libertadoras.

Según meritorios historiadores argentinos,(1) San Martín se dirigió a la entrevista de Guayaquil principalmente para analizar la unión de los ejércitos del Perú y de Colombia con el fin de doblegar rápidamente al enemigo español, inclusive el general del sur estaba dispuesto a ser el segundo de este poderoso ejército. Bolívar no pudo aceptar este pedido porque se basaba en un tratado a ratificar y que debía resolverlo el Congreso de Colombia, pues Bolívar era fiel y obediente a las decisiones democráticas de su Parlamento. Por otra parte, San Martín, cuatro meses antes de partir con su ejército hacia el norte, había terminado todos los detalles de su renuncia seguido de su retiro.

La causa de este anunciado retiro había que buscarlo a años anteriores cuando Canterac, el general español y sus tropas, entró en Lima, la ciudad lo recibió con grandes aplausos, mientras que San Martín era Protector del Perú. El Congreso peruano, reunido en el Callao, se vio obligado a llamar desesperadamente a Bolívar. Así llegó el segundo Libertador. Hasta entonces no lo había hecho por respeto a ese Congreso. Vemos cómo era verdad que él sólo no podía decidir la unión de los ejércitos colombiano y peruano y cómo la entrevista de Guayaquil no fue un duelo de imitadores de Napoleón, sino el encuentro de dos jefes que no podían resolver lo que ellos querían.(1)

San Martín no fue con ideas geopolíticas locales pues había hecho constar en numerosos documentos que Guayaquil debería decidir por sí misma su destino; cuando se enteró que Bolívar ya la había anexado se concentró en el motivo fundamental que lo había llevado al encuentro.

(Continuará)

Fuente: LA PATRIA
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