Miercoles 31 de julio de 2013
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Editorial y opiniones
El capitalismo actual como evidencia de su no tan próximo, pero inexorable final
31 jul 2013
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
La caída de la Unión Soviética, anticipada por la destrucción del sistema socialista en gran parte de Europa Central y Oriental, significó el fin de una forma de pensar revolucionaria, pero anclada en el pasado, la que renunciaba a la dialéctica marxista como método y forma de resolver los problemas en el conjunto de la totalidad social. Los errores estratégicos de Stalin y todo un conjunto de luchadores comunistas, en sus distintas vertientes, demostró que no solamente vale el discurso ardiente, ni siquiera la realidad de dar pan a los ayer hambrientos, menos todavía el hecho trascendental de educar a los enfermos y sanarlos de sus enfermedades. Marx lo presintió, pero no pudo darlo a entender con claridad en sus escritos no económicos. Hubiera que haber sido un brujo para anticiparse con lucidez a hechos tan posteriores, después de una centuria de su muerte. El gran fundador de la teoría revolucionaria comunista no pudo prever, era imposible en su tiempo, el hecho de que a pesar de que el sistema capitalista en su fase imperialista estaba moribundo, no obstante era capaz de sobrevivir a partir de sus cenizas y tornarse en un cuerpo social aún más fuerte que el anterior a partir de sus errores, lo que los más lúcidos académicos comunistas no supieron captar.En 1991, con la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos y sus aliados europeos, en un nivel no de iguales sino de subordinados, crearon un orden mundial unipolar. En realidad, se encontraban en el éxtasis de su obra, supuestamente habían aplastado a su enemigo histórico y ahora podían dedicarse a contar sus ganancias. ¡Qué grave error de concepción y análisis! Primero, se solazaron con sus frágiles logros y olvidaron que el conjunto de naciones aglutinadas en la Organización de las Naciones Unidas mostraba y muestra un claroscuro de contradicciones errantes que impide ver claramente el futuro. Segundo, si bien el socialismo fue destruido transitoriamente como sistema en su caparazón aparente, las condiciones fundamentales de la revolución social seguían y siguen vigentes: la expropiación del excedente de la producción de bienes e ideas por unos pocos para perjuicio de la gran mayoría en múltiples formas y no tan parecidas a las clásicas mencionadas por Marx en “El Capital”. Tercero. Las crisis cíclicas del capitalismo son continuas y cada vez le resulta más difícil salir de ellas.