Los anteriores días han sido de inusitado movimiento noticioso relacionado con las denuncias sobre la existencia de una apreciable cantidad de fármacos con fecha de vencimiento adulterada, hecho irregular que se efectuaba en una de las tantas distribuidoras de medicamentos, cuyo destino de intermediación con los pacientes eran las farmacias.
Revuelo por el hecho irregular que generalmente no es observado por algunos compradores a tiempo de recibir los medicamentos comprados en farmacias u otros que recibe en centros médicos del seguro… simplemente no hay cultura de observación de la fecha de envasado y la de vencimiento, no sólo en los productos farmacéuticos sino en todo producto de consumo y uso humano que debe estar dentro límites aceptables de seguridad.
Profesionales de la materia médica señalan que la administración de fármacos con fecha vencida puede pasar desapercibida si su efecto es nulo para la salud o si por la misma causa produce una reacción negativa en la salud de algún paciente, pero lo más grave es que la tercera posibilidad es que una dosis de una medicina vencida puede ocasionar la muerte de un paciente.
La reacción en cadena de diferentes sectores de la población en torno al tema de los fármacos peligrosos es la primera respuesta conciencial a la necesidad de cuidar la salud ciudadana y poner en práctica de aquí adelante el pedido que debe hacerse en cualquier farmacia para que se muestre la fecha de vencimiento impresa en los envases, lo que no puede negarse y al contrario será también un factor de plena seguridad para el que expende fármacos.
Hay otra costumbre arraigada en la comunidad, la de automedicarse y comprar directamente alguna medicina en farmacias, sin que se exija una receta médica y al mismo tiempo se compruebe la calidad y vigencia del remedio, sencillamente porque algunas medicinas se expenden en la calle, en puestos improvisados, y su procedencia vía contrabando de dudosa seguridad.
Como hablamos de temas médicos lo importante es que por fin alguien “puso el dedo en la llaga” y por supuesto que tal presión expulsó materia malsana y muy peligrosa que debe erradicarse por constituir un peligro de orden público.
¿Cuál es el remedio más apropiado? Simplemente el de ejercitar estricto control en todas las firmas distribuidoras de fármacos, exigir auditorías parciales sobre el manejo de medicamentos, tiempo de venta, cantidades en proceso de venta y un registro permanente que facilite un seguimiento a los productos médicos cuya garantía es un seguro de vida para la población.
Distribuidoras y farmacias deben estar llanos a inspecciones periódicas, en tanto que profesionales bioquímicos y de práctica diaria como farmacéuticos deben asumir el cumplimiento de preservar la salud y la vida de la población, por tanto obligados a retirar de circulación los fármacos vencidos y en su caso a denunciar irregularidades que pudieran ser peligrosas y recaer al final en investigaciones de un personal especializado que por alguna causa dejó pasar el delito atribuido a los empresarios de farmacias.
Fuente: LA PATRIA
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