El delicado tema del aborto está candente en el país y es objeto de múltiples apreciaciones pero coincidentemente las más serias y en mayoría se inclinan por una defensa inclaudicable por la vida. Esto significa ni más ni menos que rechazar la despenalización de este acto considerado como un atentado al derecho de las mujeres a decidir sobre su vida y su cuerpo.
Una serie de instituciones feministas, otras sociales, humanistas y culturales han emitido pronunciamientos sobre la materia en debate criticando la vigencia de condiciones perversas netamente patriarcales que expresan el dominio de la clase machista sobre los derechos de la mujer y sus decisiones.
El problema del aborto ha destapado una olla de grillos, groseros y altaneros unos, otros pasivos y hasta dóciles a la hora de asumir defensa de la pareja en circunstancias en que la violencia explícita ocasiona trastornos en la vida de las mujeres, niñas, adolecentes y maduras sometidas a las presiones de una sociedad que desconoce valores y leyes.
El tema del aborto es producto de embarazos no deseados, de mujeres víctimas de violencia, otras engañadas en su intimidad y una buena cantidad ignorante de sus derechos para decidir por cuenta propia y en las mejores condiciones la alternativa de convertirse en madre, sin riesgos y bajo el debido amparo y protección.
La consideración de este tema muestra la ausencia de políticas públicas de prevención, orientación y educación sexual para evitar los actos impropios de violencia dentro y fuera del matrimonio o peor aún, como producto de la acción específicamente delincuencial, ésta última que se traduce en violación y que marca por siempre la sensibilidad y la dignidad femenina.
La despenalización del aborto es un asunto que ha sacudido la conciencia ciudadana y por los datos que implica su tratamiento es un asunto que merece una consideración especial sabiendo que actualmente se registran 80 mil abortos en el país y un alto porcentaje de esa cifra tiene resultados fatales para miles de mujeres, por abortos mal practicados.
La estadística señala que Bolivia está entre los países con mayor tasa de abortos en el continente, sólo después de Haití y Cuba. Hay una denuncia que señala a una red de médicos que trabajan en Ong,s dedicadas a realizar abortos ilegales en el país y que esa práctica criminosa es la tercera causa de muerte de mujeres bolivianas.
El asunto va más allá de la ineludible defensa de los derechos femeninos, hay que establecer también otros aspectos como los que están insertos en el Código Civil Boliviano y que alude a la “concepción” y al derecho del concebido a tener un nacimiento seguro, se trata del nacimiento de otro ser, otra persona, un nuevo código genético pero bajo circunstancias de plena conciencia y responsabilidad de pareja, lo que descarta por supuesto los embarazos no deseados que llevan trágicamente al aborto.
El debate sobre tan escabroso asunto está apenas comenzando y por lo que se ve la planteada despenalización obligará a realizar cambios en el Código Penal y en otras normas vigentes como los códigos civil y de familia, que en la instancia valorativa de los derechos de la mujer y sus decisiones tendrán que adecuarse a respetar inclusive la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la propia CPE y por supuesto los derechos del niño. Complejo trabajo, ineludible en su tiempo y esperanzador en su proyección.
Fuente: LA PATRIA
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