Viernes 26 de julio de 2013
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La humanidad entera no debe olvidar que el matrimonio tiene valor de Sacramento por ser una figura y presencia de la unión de Cristo con la Iglesia.
Por tanto no es extraño saber que Dios creó al varón y mujer diciéndoles: “sean fecundos y multiplíquense”.
Como se puede apreciar el Ser Supremo con su Don Divino dio lugar a la existencia de dos seres para procrear, algo imposible de olvidar o pretender contradecir con determinaciones que significan abolir el derecho a la vida.
En ese entendido es necesario recalcar que esa unión, es una institución social reconocida por la sociedad como un acto religioso destinado a emparentar a un hombre y una mujer para dar vida a un nuevo ser, conforme manda Dios.
Lamentablemente, contraviniendo todo aquello, en nuestro país se quiere dar paso al aborto, conociendo que se trata de una medida de criminalización a ultranza por ley.
Felizmente el señor Presidente de la República, reconoce que el aborto es un delito, siendo un contrasentido las afirmaciones de la diputada Patricia Mancilla y de Amanda Dávila, quienes pretenden instituir un hecho abominable.