Miercoles 24 de julio de 2013
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Querido amigo Raúl:
Como tú todos los que suscribimos ésta carta, fuimos jóvenes deportistas, por eso podemos escribirte como compañero bolivarista y como boliviano.
Defender los sagrados colores de la bandera de nuestro colegio, de nuestro club, de nuestro departamento y del país en una justa deportiva presupone el mismo honor y el mismo sacrificio que hacerlo en cualquier otra ocasión. A la Patria se la defiende de una sola manera: con toda el alma, con toda la vida.
Recuerda amigo que en esa defensa tú fuiste la síntesis de todo un pueblo. Eres la expresión del poder físico y espiritual de ese pueblo y de su raza. En ti estaban puestos los ojos y el corazón de todos los orureños y de ti dependía su alegría, su satisfacción o su tristeza.
En los deportes, como en todas las cosas, de la vida, se vence con la cabeza, se llega con el corazón y se llega aún más allá con la voluntad tenaz e inflexible de triunfar. El cuerpo y sus entrenamientos hacen el resto.