Hay recuerdos y momentos en la vida de las personas que son realmente difíciles de olvidar, épocas pasadas que nos marcan de por vida, no sólo por nuestra vivencias sino por lo aprendido en el transcurso de las mismas. Un ejemplo de esto que me motiva escribir hoy, son los muchos momentos buenos y malos que todos hemos pasado en el colegio, en nuestro colegio… y es precisamente de eso de lo que hoy quiero escribir.
La nostalgia me invade al notar que son 45 años desde que dejé el colegio y los recuerdos siempre están allí, ¡qué recuerdos!
Cómo no recordar, a mis compañeros con los que siempre estaría desde el primer día, en el que empezaba mi etapa colegial hasta el último, momentos en que dejé el colegio, ya que conforme iban pasando los años a todos los cursos nos mezclaban no sé por qué causa, motivo, razón o circunstancia.
Cómo no recordar…, a esa profesora bajita, de muy buen carácter de apellido Rivero, de la cual me quedan muy buenos recuerdos y todos mis respetos.
Cómo no recordar los reglazos en nuestras nalgas que nos daba el profe de Ciencias Naturales (que hasta hoy es imposible olvidarlo), pero gracias a él muchos de los compañeros estudiaron ramas afines a las Ciencias Naturales.
Cómo no recordar… Los castigos que recibían los atrasados que iban desde jaladas de patillas hasta el palazo en el...
Cómo no recordar… los momentos cuando uno deseaba pasar al frente estando ya en sexto y verse más grande estando ya en la universidad.
Cómo no recordar….el mito del famoso “muro”, mito que hasta nuestros días quedó como un misterio sin resolver, porque ahí siempre, queríamos demostrar lo valientes que fuimos.
Cómo no recordar… ver venir al Sr. Lara con el manojo de llaves que llevaba, cual San Pedro, para poder abrir el aula, que a veces cerrábamos a propósito para que se terminara la hora más rápido porque muchos no habíamos hecho la tarea.
Cómo no recordar… los dichosos recreos y más aún las colas interminables que se formaban, aturdiendo a la esposa del Sr. Lara, en ocasiones te pasabas todo el recreo esperando y compitiendo por comprar algo de ese kiosquito atendido por dicha señora.
Cómo no recordar… la secundaria y toda la presión que resultó estar al frente y esperar el inicio de año para estar con tus mismos compañeros con los cuales estuviste en el mismo curso el año pasado.
Cómo no recordar… cuando se perdieron los exámenes de la dirección y descubrieron a los que se los pelaron.
Cómo no recordar… a la profe Charito, al profe Palomino, al profe Eliodoro, al “K’ala” Garnica, al profe Leclere, un sabio en el deporte, al “Mote”, un capo para las Matemáticas y a nuestro director que con una mano, nos señalaba por dónde teníamos que ir.
Cómo no recordar esas batallas con tacos de madera en el taller de carpintería o cuando nos enseñaban mecánica, electricidad, cómo se unían los cables, y con el fortachón de los profes, las clases de Dibujo Técnico... ahhhh y las pichangas de básquet en el patio durante el recreo.
Cómo no recordar mi amor platónico, ese que descubrí cuando estaba en tercero de secundaria y ella en el tercero del Liceo Dalence, esas miradas cómplices, esos gestos correspondidos, ¿dónde estará ahora esa dulce niña?
Cómo no recordar a los buenos alumnos de ese entonces que con este proceso de cambio, hoy nos damos cuenta que sus notas no eran verdaderas y… yo por supuesto, el mejor en educación física, buen árbitro, buen pasapelotas, ayudante de campo, luego buen jugador de vóley y fútbol, ejemm (Bueno tenía que decirlo) pero cada uno, buena gente por dentro, pero bieeeen dentro. Todos mis respetos a ellos
Cómo no recordar… los viajes de promo hacia Cochabamba, como siempre sucedía con las otras promos anteriores (si pues no había de otra).
Cómo no recordar… la clausura del año escolar, y a medio año, pero gracias a ello todos salimos bachilleres sin excepción y pasado el tiempo supimos demostrar que estábamos preparados para seguir adelante, gracias profes.
No sé, pero yo siempre he guardado un buen recuerdo de mi época de colegio. No puedo negar que allí fue donde encontré a los amigos que aun todavía los veo, donde tuve mis primeros desengaños, fiascos y triunfos y donde me enseñaron gran parte de los conocimientos que con el paso del tiempo he ido ampliando hasta convertirme en lo que actualmente soy.
En algunos momentos de nuestras vidas hemos escrito sentimientos y vivencias de aquello que nos ha ocurrido en la vida, sacar fuera todo aquello que muchas veces callamos por no poder hablar. Quizás escribimos de algo que nos marcó profundamente y que aún después de muchos años lo seguimos pensando, añorando y recordando.
Si bien ha pasado mucho tiempo desde ese entonces, aún tengo presente cada momento vivido, cada instante, esos tiempos vienen a mi mente, son parte del pasado y siempre estará presente y que hasta ahora pude escribir de ello. Plasmar por escrito aquello que el corazón necesitaba soltar de algún modo.
Un viejo exalumno de colegio dijo: “Un amigo es un hermano hecho para los tiempos de llanto y risas, ni el tiempo podría romper esa amistad, jamás tendré que olvidarlos, estarán en mi corazón por siempre, estaremos juntos aunque nos separe la distancia”.
24 de Julio “SALUD”
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