Domingo 21 de julio de 2013
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Si una imagen puede valer más que mil palabras, creo que es correcto aseverar que una cifra puede llegar a valer más que un millón de palabras, pero como al mundo no le interesan las palabras, sino los números, diríamos que una cifra puede valer más que un millón de dólares. Veamos por qué.
Actualmente, nos vemos bombardeados de cifras y datos estadísticos: reducción de X por ciento, crecimiento de Y por ciento, eficiencia, PIB, superávit, déficit, excedente, inflación, ejecución presupuestaria… son términos que se han convertido en palabras de uso común en el léxico del ciudadano de a pie. Ésta es una situación bastante paradójica, pues, curiosamente la sociedad (por lo general) presenta una cierta aversión a las matemáticas, sin embargo, parece gozar de una cierta tolerancia y confianza hacia resultados de estadísticas y encuestas.
Sin embargo, ¿Se puede decir que todas las cifras presentadas son ciertas? ¿Qué significan estos números para aquellos no-iniciados en las Ciencias Económicas?.
Para responder a estas dos cuestiones, probablemente sea necesario recordar una de las características primordiales de la información: la fiabilidad (o confiabilidad). En términos generales, esta fiabilidad se origina principalmente en 1. La fuente de los datos y 2. Las actividades realizadas para el procesamiento de la información. Esto, nosotros lo sabemos de manera intuitiva y lo utilizamos día a día mientras intentamos comprobar la veracidad o no de cierta información que nos comunican nuestras personas más allegadas.