Sirva este título de la memorable narración de Edgar Allan Poe para referir una pequeña historia.
Una noche del año 2007, con mi amigo Rodolfo Ortiz, bajábamos por la calle Bolívar en dirección a la plaza 10 de Febrero. Veníamos del periódico La Patria, donde acabábamos de revisar la edición de El Duende que aparecería ese domingo. Habíamos llegado a Oruro esa tarde de viernes desde La Paz y planeábamos quedarnos todo el fin de semana. Yo ya había iniciado el trabajo de edición del libro “Obra Gráfica” de Erasmo Zarzuela que se publicaría dos años después (Obra gráfica. Plural editores & Fundación Cultural ZOFRO, La Paz, 2009) y, junto a su autor, habíamos invitado a varios escritores, críticos de arte, pintores y otros artistas a escribir acerca de la pintura y el dibujo de Erasmo.
Como admirador de la excelente obra del artista plástico orureño, Rodolfo también se sumó con entusiasmo al proyecto y, aquella noche comenzó a bosquejar su texto de la mano de algunas notas y apuntes que iba tomando en las calles de Oruro e incluía hechos acaecidos en esas jornadas (el encuentro con un músico de banda cargando su tuba, o una historia que nos contaron acerca de alguien de apellido Chipana).
Sin embargo, ese texto, terminado poco después, se extravió y el libro se publicó sin él. Yo, lo confieso, había ya olvidado el asunto, hasta que hace un par de semanas, otra vez en Oruro, compartiendo una botella de singani en el Center junto a varios amigos, Erasmo y Rodolfo entre ellos, nos acordamos del texto y nos propusimos buscarlo. Quiso la suerte que a los pocos días, éste apareciera en el disco duro de una vieja computadora, de modo que, aprovechando los festejos por el reciente merecido galardón obtenido por Zarzuela (Premio Obra de Una Vida del LVI Salón Municipal de Artes Plásticas Pedro Domingo Murillo, 2013), lo publicamos ahora, en las páginas de un diario, igual que ocurriera en 1833 con el relato de Poe, que se publicó en el Saturday Visiter de Baltimore. Un homenaje a toda la plástica de Erasmo, con la alegría añadida de hacerlo antes de que Rodolfo regrese a los Estados Unidos donde ahora reside. (Benjamín Chávez)
Zarzuela a la orureña
Para Cézanne el color era el vértigo que conduce al contorno: los dibujos no se pintan. Pero también ese contorno llegaba como un trazo nervioso y necesario para llegar a los colores del mundo. Puesto a buen recaudo tal vértigo de la visibilidad que subyace –el cuerpo de esa escritura como la delicadeza del dibujo– algo parece doblarse en las líneas pero también en los colores que descubren sus orillas –trompe-l’oeil.
Zarzuela sabe que la delimitación de los objetos nace de ese jardín de senderos que se bifurcan. La línea –líneas en fuga– para llegar a un contorno intuido, pero aún no visto; para encontrar el aura de lo percibido en la temporalidad del trazo.
Si descendemos a la brevedad y dulzura de ese can en la –acaso– plaza Castro y Padilla de Oruro, lo que nos pasma no es sólo lo inacabado de su huidiza forma, sino el pasmo nervioso de su estar que desciende en misterioso presentimiento: rondar una plaza, vagar tras olores misteriosos, acechar lo invisible ocultando la cola, eso que suele rondar con el viento, y sin embargo una plaza sigue siendo, a la par, memoria de sus habitantes.
En la alta noche se pone –en Oruro– el huevo del huésped. Muchas veces en ese huevo giran –errantes– las notas del elecón, que tambaleante recorre la calle Bolívar, la calle de la Ranchería, la calle del Chipana, la calle en suma, hasta caer finalmente de orejuela sobre la tierra. Toparse con un elecón es temblar por los graves relámpagos de la tierra, de la cual este diabólico instrumento es abductor. La alta noche en Oruro tiene un trazo difícil por disparatado; Oruro es siempre una tuba desconocida por todos.
Rodolfo Ortiz
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.