Uno de los denominadores comunes de las instituciones de servicios, sean públicas y privadas, son las filas interminables de mujeres y hombres para convertirse en algo normal y cotidiano en las relaciones entre las instituciones estatales y no estatales con la sociedad.
Para “pagar” alguna obligación, pero también “cobrar” un derecho que asigna el Estado, condición previa es pasar por una corta o larga fila, y sí se pretende ejercer alguna obligación o derecho a tempranas horas de la mañana, mejor es amanecer en estas instituciones una, dos o tres horas antes de su apertura agregándose a ello que por cumplir aquella obligación o acceder al derecho se debe soportar las bajas temperaturas propias del invierno.
Quizá hacer fila o turno para una atención –no siempre eficiente- es una de las costumbres que aparece junto con el nacimiento del niño o niña, pasando por el registro de nacimiento, del registro de cédula de identificación personal, licencia de conducir, matrimonio y finalmente hacer turno hasta para la extensión del certificado de defunción
Para que hablar del ejercicio del derecho a la propiedad privada que en el resguardo debe ser registrado en Derechos Reales dependiente de los Tribunales de Justicia, en todas las filas se denota un rostro de cansancio de la ciudadanía que sólo es contenido por la bronca interna contra la lenta y pasmosa atención de la burocracia judicial, a la que se agrega que estos funcionarios creen ser patrones de la ciudadanía, cuando son sus “servidores”.
Es notorio por otro lado que a los receptores de las contribuciones al Estado les interesa más cumplir sólo con su fin de lograr recaudar, comprenden que de sujeto, el ser humano, pasa a ser objeto, quedando en segundo plano el derecho del consumidor a tener calidad de atención y más aún debe sentirse mal al ver violado su derecho a la dignidad.
La dignidad… de la persona es inviolable protegerla y respetarla es deber primordial del Estado, reza la CPE., y una de las mejores maneras de violar ese derecho es la ausencia de entender por parte de la jerarquía privada fundamentalmente bancaria y la burocracia estatal, que las cotidianas acciones de filas o turnos interminables, -algunas veces hasta de cuadras-, es la peor manera de violar el derecho a la dignidad, ya que resulta humillante, esperar horas y horas para ser atendido, esto significa en otras palabras no reconocer al otro como yo (servidores públicos y sociedad civil).
Por cierto definir la dignidad de la persona no es posible, sólo se advierte su vulneración, la que se concreta cuando se perturba, amenaza o priva de los derechos esenciales a la persona, o se denigra o humilla, cada vez que se discrimina y discriminar es no poner muchas más ventanillas de atención a la ciudadanía, como en el Tribunal de Justicia.
Fuente: LA PATRIA
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