Las agrupaciones partidarias y ciudadanas realizan sus denominados “últimos amarres” para presentar hoy las listas oficiales de sus candidatos a gobernador y consejeros departamentales, alcalde y concejales munícipes ante la Corte Nacional Electoral, para las elecciones del mes de abril de este año.
Los conocidos operadores políticos afilando el lápiz —por así decirlo— todavía en horas de la tarde incluirán nombres de ciudadanos y ciudadanas que “merecen” ser habilitados, tomando en cuenta el monto de su aporte económico para la campaña y cuántos votos podrán conseguir en función de su liderato y credibilidad que tengan. Por mandato del Código Electoral es obligatoria la participación femenina en igual número que los varones, además de forma alternada.
La mayoría de las agencias partidarias actúan al viejo estilo del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que desde la revolución del 9 de abril de 1952 inicia una nueva etapa política en la vida de Bolivia, para transformar estructuras sociales y económicas, sustituyendo otras “neoliberales” para aplicar una nueva concepción ideológica.
Ese cambio propuesto en el 52 se mantiene invariable puesto que a partir del gubernamental Movimiento Al Socialismo (MAS) se aplica una suerte de cuoteo político institucional, para asignar escaños a representantes de organizaciones sociales, de sectores laborales, gremiales, vecinales, cívicos, campesinas, autotransporte, cooperativistas y otros que tienen vigencia.
Mientras en la práctica de la democracia partidaria, el común denominador, salvo alguna excepción, resulta ser el germen de la división, siendo vulnerables a la desviación que propugnan sus operadores por el alto grado de desorden y muchas cabezas responsables para la elaboración de listas.
El caudillismo, sin duda, es la mayor muestra del sistema de mando que ejerce el jefe del partido para controlar a su militancia con un peculiar “toque personal” al extremo que él y su agrupación llegan a ser una misma cosa, lo que da lugar a las divergencias y hasta la búsqueda de siglas alternativas o nuevas agrupaciones para tener mayor número de candidatos en cada elección, empero en algunos casos sin ningún resultado favorable.
Así, el control social que predomina en la fuerza política mayoritaria del país, condiciona a los dirigentes con los recursos que se asignan con fondos de Venezuela para hacer obras o ejecutar proyectos. Antes de las elecciones generales de diciembre de 2009, se otorgaron anticipos para obras y proyectos y ahora se anuncia que se completará el saldo si otorgan apoyo a los candidatos prohijados por el oficialismo, lo que en buen romance resultará ser un voto comprado, dejando atrás la vieja práctica emenerrista de la carretilla y el voto marcado, para reemplazar por otro que tiene una asignación económica, por lo que cada voto tiene precio y candidato definido.
Sin duda esas viejas prácticas se mantienen en los partidos, tal el caso de pretender conseguir un escaneo o tener el derecho de ser incluido en la lista, por antigüedad de 5, 8 ó 10 años, y haber permanecido fiel a los principios de “conseguir una pega, a como de lugar y cueste lo que cueste”, olvidando la doctrina de servicio y lo que es más, la ética partidista.
Las opciones son pocas para los nuevos candidatos y quienes logren conformar sus listas para estar frente al oficialismo o plantearse como opción, serán el blanco de los insultos, amenazas y hasta condicionamiento para terciar en las elecciones de gobernador y alcalde. Las mayoría ahora se impone por la fuerza y no por la razón, así que habrá que esperar qué sorpresas nos deparan las nóminas de los decididos candidatos que buscarán hacerle frente al oficialismo para recuperar la dignidad de los orureños que están cansados de candidatos impuestos y lo que es más, que no son oriundos de la región, así les interese dejar sus huesos luego de haberse servido y usufructuado todo a nombre de Oruro sin asumir mínimamente la defensa de sus intereses.
(*) Periodista
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