Jueves 18 de julio de 2013
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Aún repercute y seguirá haciéndolo las próximas semanas el incidente del que fue objeto su excelencia al serle negado el espacio aéreo de tres países europeos.
Ciertamente la primera reacción natural de todas y todos (incluida la oposición) fue la total condena a aquella torpeza (exapbrupto, dicen otros) de los gobiernos europeos. Hasta aquí todo está bien, pues debemos mantenernos unidos bajo la premisa de patria en casos como éste.
Pero ya pasado el momento emotivo, con la cabeza más fría y poniéndonos a hilar más fino, vamos advirtiendo cosas no muy congruentes en el viaje y en las reacciones.
VIAJE INNECESARIO
Una voz de la oposición señalaba que el viaje a Rusia tuvo un costo de 800.000 dólares. Y así debe ser, porque éste tipo de vuelos no son para nada gratuitos. El Presidente fue a aquel país para cerrar algunos tratos relativos a la minería, pero ¿era necesario?, ¿tenía que hacerlo personalmente?. Bien pudo delegar mayor responsabilidad al embajador o enviar al ministro del área correspondiente en un vuelo comercial cualquiera y nos ahorrábamos aquella suma que para Bolivia es bastante alta.
