El reloj marcaba las cinco de la tarde del martes 12 de enero cuando la tierra tembló en Haití y destruyó su capital Puerto Príncipe. Cálculos conservadores señalan que el sismo que alcanzo una magnitud de 7,3 en escala de Richter, dejó como saldo 100.000 muertos aunque los pesimistas fijan esa cifra en medio millón.

Corresponsales de la prensa internacional que llegaron al día siguiente encontraron una ciudad totalmente destruida.

Es como si se hubiera perpetrado una masacre. Sábanas blancas sucias cubren algunos fallecidos, otros están al descubierto, con sus miembros pegados a los de otros cuerpos, narró un periodista.

Habitantes de Puerto Príncipe, la capital haitiana, continuaban buscando sobrevivientes entre las ruinas y amontonando cadáveres cubiertos con sábanas en las calles. La Cruz Roja calcula que tres millones de personas habrían resultado afectadas por la tragedia.

Y mientras la ayuda internacional comienza lentamente a llegar, los sobrevivientes deambulan por las desoladas calles de la capital haitiana y duermen a la intemperie por miedo a nuevas réplicas.

Los bolivianos reaccionaron de inmediato con su tradicional solidaridad y acudieron al llamado del gobierno para donar sangre.

Fuente: LA PATRIA

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