Sábado 13 de julio de 2013
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No es la primera vez que Bolivia juega un rol protagónico en una conjura internacional, aunque seguramente ninguno con la dimensión como la serie de incidentes diplomáticos durante el retorno del avión presidencial desde Moscú a La Paz.
Bolivia quería avanzar en su soberanía después de la Guerra del Chaco. La presión de excombatientes, sobre todo los capitanes de la logia Razón de Patria (Radepa) provocó la nacionalización del petróleo en 1936 y la expulsión de la Standard Oil. Radepa tenía un discurso antiimperialista y no ocultaba coqueteos con el nacionalsocialismo. Según se conoció después, los servicios de inteligencia de la Embajada de Estados Unidos evaluaban preocupados esa situación y la presencia de florecientes industrias alemanas en Bolivia.
Radepa y los partidos nacionalistas surgidos del Chaco querían relaciones económicas soberanas. En la mira estaba el estaño, mineral estratégico para la industria armamentista. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las minas bolivianas cobraron una importancia geopolítica internacional.
Tanto los países del Eje como los aliados ambicionaban ese recurso. Entonces, el espionaje británico inventó el famoso “putch nazi” colocando una supuesta carta secreta de Alemania en la valija de Elías Belmonte, héroe del Chaco y líder de Radepa.