Jueves 11 de julio de 2013
ver hoy
El espectacular entuerto internacional de hace pocos días, ¿desde qué vereda lo vio? No era lo mismo ver de cualquier parte. Incluso la comprensión dependía de qué lado estaba uno. Se podía tomar a villanos por héroes o a éstos confundir con villanos. Se nos develó un mundo polarizado, donde por ser ajeno lo bueno es malo, y éste puede ser bueno sólo porque es nuestro; bajo un lema atroz: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Tal vez no resultó fácil posicionarse. Todo podía ser.
Pero gira en torno a un asunto concreto. El tal Edward Snowden, un ex analista de la CIA, decidió vender al mejor postor (lo suponemos) un paquete de información secreta de su país, para hacerse rico o famoso. Cometió el delito de alta “traición a la patria”, por eso lo buscan hasta por debajo de las piedras. Y la casualidad hizo que cuando éste se encontraba en Moscú, un día aterriza el lujoso Falcon del magnate aymara, presidente del Plurinacional. Mera coincidencia, por supuesto. En tanto que el retorno fue como el de Ulises a Itaca: lleno de azares y peligros. Pero ya se verá que “no hay mal que por bien no venga”, como dice el refranero castellano.
