El problema de la minería estatal en nuestro país es grave; desde la nacionalización de las empresas que explotaban los tres barones del estaño, que se produjo el 31 de octubre de 1952 como un “acto soberano explicaría la liberación económica del país”, la minería en poder del gobierno del Estado, funcionó pésimamente. Se comprobó que todo lo que se decía que implicaba “liberación para los bolivianos” era simple populismo, demagogia y hasta fraude.
Pasado el tiempo, las pruebas fueron contundentes porque Comibol jamás pudo calificarse como empresa rentable que trabaje bajo parámetros de eficiencia y eficacia; su manejo, notablemente irresponsable, dio lugar a que se convierta en una agencia de empleos para gentes “del partido” que cada vez reclamaban su cuota por el apoyo al partido de gobierno. Posteriormente, a través del tiempo, otras estatizaciones se realizaron con los mismos resultados calamitosos. Ahora, el panorama es sumamente difícil y es urgente encontrar los remedios para rehabilitar, reacondicionar y hacer eficientes las mismas que siguen en poder de Comibol y, en casos, de cooperativas que han demostrado no funcionar como debía ser.
A todas luces se establece la urgencia de garantizar las inversiones con una ley expresamente estudiada y aprobada conjuntamente el nuevo Código Minero que, junto a las leyes de Hidrocarburos e Inversiones, ya lleva muchos años de espera. Una vez logradas inversiones en la minería – como en cualquier rubro económico – lo que correspondería es que las empresas mineras del Estado trabajen en concordancia con el capital privado y, para garantizar una buena gestión y hacerlas rentables y efectivamente sostén de la economía nacional, disponer que el 60% sea manejado por el sector privado y sólo el 40% por el público; de otro modo, si los porcentajes son al revés, se entiende que nada funcionará.
Conjuntamente el Código Minero, será preciso reestructurar totalmente el sistema cooperativo minero; de otro modo, los desfases que se ven hoy seguirán en ascenso y sin mayor beneficio para los trabajadores que, de alguna forma, resultan asalariados o dependientes de quienes manejan las cooperativas.
El país no puede seguir en planos de experimentar paliativos para una economía que cada vez es más dependiente, pese a que los beneficios que reportan los precios internacionales tanto al sector de hidrocarburos como al minero y de materias primas, tiene importancia muy grande. Sin embargo de todo lo que se haga, hay que partir de la premisa que los precios internacionales de los minerales no siempre pueden tener la vigencia en tiempo que hoy tienen porque, como ocurrió en octubre de 1985 en que China lanzó el “stock” de estaño con miles de toneladas a precios bajos. Nada raro que algún otro país, especialmente asiático, pueda repetir el paso que dio China Popular.
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