En el último tiempo una serie de conflictos, propios y ajenos, han sacudido toda la estructura administrativa de nuestro sistema de Gobierno poniendo sobre la mesa de negociación un abanico de temas, muchos de los cuales no han sido resueltos oportunamente y siguen siendo motivo de preocupación.
Al tratar la causa de los problemas hay que separar los que están ligados al aparato estatal y deben ser resueltos en la misma instancia, tal el caso de los problemas sociales, el tema de salarios o la Ley de Pensiones, una próxima cumbre de salud, el caso de los infiltrados en la Cancillería y otros ministerios, la situación bonancible de la economía nacional pero al mismo tiempo la queja de sectores que demandan fuentes de empleo para dejar la informalidad.
Hay otros temas no menos delicados, pero que se relacionan con actitudes que surgen en niveles externos, como la incorrecta y arbitraria prohibición de sobrevolar en cielo de algunos países, en una situación que no ha sido aún explicada y que de todos modos debe ser aclarada, pues se trata de un patético agravio al país y su mandatario. También en esta línea de hechos está el caso de un senador boliviano que espera más de un año el permiso para trasladarse al Brasil, o el caso de Chile donde se mantiene una posición caprichosa respecto al tratamiento de una agenda de 13 puntos en la que se consigna la reivindicación marítima boliviana, que prácticamente fue desechada por la diplomacia del Mapocho. Estos temas merecen negociación especial.
De manera general hay muchos más asuntos pendientes que afloran a su tiempo, particularmente cuando las soluciones no se dan de la manera que esperan los afectados o los comprometidos con soluciones específicas. Las situaciones de conflicto están a la orden del día y por eso se hace necesario el establecimiento de un “programa preventivo” nacional y también de práctica departamental, porque problemas hay en todas partes y merecen atención.
En varias ocasiones nos hemos referido a este tema, pero los hechos que se producen con inusitada frecuencia muestran que no hay políticas preventivas y si hubieran no hay personal adecuado para ponerlas en práctica, de modo que se vayan eliminando las tensiones y afloren los acuerdos en base a un abierto, cuidadoso y efectivo plan de negociación que evite de manera especial los enfrentamientos entre bolivianos y en casos especiales que los problemas no comprometan la seguridad y nuestra imagen internacional.
Los hechos más recientes han puesto en vilo a nuestra diplomacia y más allá de furibundas declaraciones, la exigencia diplomática exigía rapidez en la defensa y las respuestas a las expresiones externas, utilizar todos los recursos de la propia diplomacia y sentar precedente suficiente sobre el tema y las condiciones que afectaron nuestra dignidad y soberanía.
En los casos de orden interno es necesario que se eliminen las condiciones de permanente enfrentamiento y más bien se pueda alcanzar el desarrollo de una práctica negociación, abierta y oportuna, dejando de lado la costumbre de atacar a los interlocutores o los representantes de los sectores sociales que buscan atención a sus problemas.
La negociación planificada debe ser parte de una cultura de acercamiento entre sectores en conflicto, dispuestos a encontrar acuerdos de complacencia y ya no de confrontación. Las autoridades tienen que dar ejemplo para sacar beneficio en ésta nueva alternativa de convivencia pacífica.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.