Como la mayoría de los bolivianos me encuentro emocionado ante el anunciado retorno al esplendor de la época tiahuanacota aunque sólo fuera por algunas horas, cuando el Presidente Evo Morales reciba por segunda vez el mando de las autoridades originarias, en este caso de los aymaras, aunque hasta el momento no recibí ninguna invitación.
Con rara astucia decidí la noche del viernes hacerme presente en el naiclú “Malena” de la ciudad de El Alto, donde con toda seguridad encontraría a mis amigos yatiris Calimán y Titirico, asesores del “Comité de Festejos Tiahuanacotas en honor al Presidente Evo (Segunda parte)” y allí estaban organizando esta fiesta, única en el mundo, pues se combinaban elementos espirituales y físicos anteriores al Incario con otros contemporáneos como son los helicópteros, aviones, cámaras de televisión, urinarios movibles y otros.
Me quejé a los yatiris por no haber recibido hasta ese momento una invitación para asociarme al histórico festejo, y Calimán me dijo: “No te quejes porque podrían llamarte quejudo, seguramente mañana te llegará la invitación que está grabada en piedra, como corresponde, además no necesitas ninguna tarjeta de piedra porque nosotros estamos organizando ese acto importante y trascendental, y dentro de dos horas partiremos hacia Tiahuanacu”.
Agradecí la cortesía del aymara y llamé por teléfono a mi esposa para comunicarle mi inminente partida a Tiahuanacu para participar de la original investidura presidencial que se realizaría ante el Príncipe Heredero de la Corona de España, Felipe de Borbón, varios presidentes de Estado y Jefes de Gobierno, además de campesinos traídos de países vecinos y que fueron convocados, posiblemente por pututus, tambores, o señales de humo, además por mensajes enviados por Internet.
Mi esposa se fastidió por este mi súbito viaje a una capital que fue anterior al descubrimiento de América, pero al saber que allí podría estar el Príncipe Felipe de Asturias se tranquilizó y me pidió que saludara a Su Alteza Real en nombre de una aragonesa que lo admira.
Ya en Tiahuanacu me proporcionaron mi disfraz de aborigen que me quedó fetén, aunque mi perfil de mestizo denunciaba mi impostura. Dije al yatiri Titirico que yo no sabía hablar en aymara ni en quechua, pero el brujo me tranquilizó diciéndome: “No te preocupes, el presidente Evo tampoco habla lenguas indígenas”.
Luego nos dirigimos a limpiar algunos monolitos y piezas arqueológicas notables y les untamos con Crema Nivea y Crema de Lechuga para que se vean más jóvenes y guapos.
El yatiri Calimán abrió su maletín James Bond con clave secreta y sacando un fajo de dólares de a cien, y le encargó a su secretario que contratara a quinientas cholas del lugar y proximidades para la preparación y expendio gratuito de veinte mil sándwiches de chola, diez mil raciones de chicharrón con mote y chuño, quince mil anticuchos y veinte mil salteñas para la mañana del glorioso día de la posesión del Presidente Evo Morales, legítimo sucesor de los Mallcus aymaras y también de los Incas quechuas. Todos comenzamos a bailar esperando ordenadamente la llegada del Helicóptero Presidencial. Y vi bailar hasta a los monolitos.
PAULOVICH
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