A poco más de cien días del inicio de su pontificado, Francisco está haciendo limpieza en el controvertido Banco del Vaticano, el así llamado Instituto para las Obras de Religión (IOR). Este banco fue fundado por Pío XII en 1942. A principio de los años 80 se vio salpicado por el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano del banquero Roberto Calvi que fue encontrado ahorcado en un Puente de Londres y que manchó la credibilidad del Banco del Vaticano.
En 1989 Juan Pablo II decidió reformar el banco para dotarlo de una mayor transparencia y rigor en su gestión. El arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, exsecretario de la nunciatura en Bolivia, que presidía el IOR en esos tiempos fue sustituido de inmediato. Benedicto XVI quiso limpiar ese pasado turbio, de mala gestión, sin lograrlo.
Como ha dicho Francisco, San Pedro no tenía cuentas en los bancos, sabemos que Simón-Pedro era un pescador y tenía que mantener a toda su familia comprendida su suegra con el sudor de su frente.
De los demás apóstoles no sabemos mucho, no sabemos ni siquiera si manejasen dinero o no, a excepción de Judas Iscariote que se encontró en las manos treinta monedas de plata, pero que no tuvo el tiempo de gastarlas. Pero entre los doce apóstoles estaba Mateo, que se presume fuese el encargado de manejar el “efectivo”: una especie de “tesorero” o al menos tener la “caja fuerte” del grupo.
El “currículum” de Mateo es muy singular. Era un levita publicano nacido en Cafarnaú, a orillas del Lago de Galilea, que antes de conocer a Cristo era “recaudador de impuestos” por cuenta del Imperio Romano y en esa época los “recaudadores de impuestos” pagaban anticipadamente al Tesoro de Roma los impuestos del pueblo para luego rehacerse como usureros acosando y abusando de la pobre gente.
Era rico y disfrutaba de un sueldo lucrativo. Los judíos los aborrecían y llamaban a los publicanos “infames y odiosos”
No sabemos si Mateo se haya arrepentido de su pasado, en caso contrario nunca habría sido capaz de convertirse en santo. Dante Alighieri en su “Divina Comedia” no hace mención de él en el XII “canto”, porque no lo vio pasar por el “infierno dantesco”, es posible que ese día Mateo estuviese de vacaciones.
Pueda ser también que la Iglesia de esos tiempos no manejase alguna riqueza, pero los que han venido después no han sido coherentes con la pobreza. A través del ojo de la aguja ha pasado de todo: ejércitos de pontífices y obispos han vivido en la opulencia más exagerada mientras que el resto de la población pasaba hambre.
Se espera que el primer Papa jesuita, que desde su elección en marzo defiende una Iglesia pobre para los pobres, reforme drásticamente la opaca entidad financiera de la Iglesia.
Hoybolivia.com
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