La Segunda Guerra Mundial dejó secuelas muy profundas en la realidad y el imaginario de toda la Humanidad. La alianza temporal y muy frágil que unió a la Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia no resultaría sostenible en el tiempo futuro. Si bien Alemania fue el enemigo común, deseoso de dominar el mundo, no lo era estratégicamente, al final todas las potencias aspiraban a dominar el planeta en nuevas condiciones históricas, pero bajo distintas tendencias ideológicas. Solamente diferían en el método y su unión era muy débil, lo que se demostró muy pronto. Stalin impuso sus condiciones a partir de la ocupación militar de muchos estados europeos.
Y las potencias occidentales aceptaron el statu quo a regañadientes, pero con afanes de venganza. Al final las contradicciones eran demasiado profundas y la paz posterior a 1945 no duraría mucho. Resultaba inevitable por las diferencias cruciales entre las totalidades sociales capitalista y socialista. Además, los Estados Unidos empezaron a desarrollar una estrategia de socavamiento del régimen vigente en la ex URSS y en sus aliados circunstanciales, los que no tenían la fortaleza necesaria para prosperar en el espacio europeo.
Las revoluciones en Europa Oriental triunfaron por razones internas y externas. Hubo un contingente importante de fuerzas revolucionarias comunistas y sus aliados que resistieron al nazismo, pero, también la reacción interna anticomunista era fuerte. Fue posible la insurgencia de sistemas socialistas en esos países, pero, a diferencia de la ex URSS, el marxismo no se había hecho carne en sus pueblos, a excepción de minorías importantes, pero facilitadas por la ocupación del Ejército Rojo, legítima como producto de una guerra total, pero no aceptable en el tiempo para pueblos profundamente nacionalistas. Las consecuencias se verían después. En realidad, los partidos comunistas europeos no llegaron a ser hegemónicos. Inclusive en Grecia los revolucionarios desataron una guerra civil, la que no pudo triunfar porque no tenían el apoyo de tropas soviéticas como sucedió en otros países. Que el sistema comunista se prestigió sobremanera era una realidad latente, pero no suficiente para sobrevivir sin la ayuda del Estado soviético.
El pueblo soviético hizo posible una proeza sin igual en el mundo conocido. Reconstruyó sus pueblos destruidos, sus fábricas, instalaciones y todo lo que era realidad hasta 1941, multiplicándolos hasta niveles insospechados. Creó una base científico-técnica sin parangón en el mundo civilizado. La Unión Soviética se convirtió en una superpotencia que se atrevió a desafiar a los Estados Unidos. Se creó una base económica que sirvió de colchón a los futuros gobiernos a fin de hacer posible un socialismo como régimen triunfante.
Se desarrollaron procesos socialistas en países de Europa oriental, inducidos, sí, pero también con una importante base popular. La amistad de la Segunda Guerra Mundial pasó a la “Guerra Fría”. Una vez derrotados los nazis, los soviéticos ya no eran necesarios y se transformaron en el enemigo a derrotar. Stalin tenía preocupaciones más fundamentales: la reconstrucción de su país y el fortalecimiento de procesos socialistas en Europa oriental y el apoyo a procesos que se hacían patentes en Asia. Y lo hizo brillantemente. Sin desmerecer su pasado criminal realizó proezas incontables.
No obstante, los artilugios de su pasado totalitario se traspasaron a los partidos comunistas de todo el mundo con sus serias consecuencias. En Checoslovaquia se reprodujo un sistema autoritario, así también pasó en la República Democrática Alemana, Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumania, la ex Yugoslavia, Albania y China Popular. Los líderes parecían tener buenas intenciones, pero se equivocaron radicalmente. Pensaban que la Revolución pasaba por un voluntarismo insostenible y lo que hicieron fue matar la idea de la democracia popular.
De esta manera, frustraron la posibilidad del cambio profundo. Y los partidos comunistas latinoamericanos cayeron en esa propuesta reaccionaria, pasaron a representar una tendencia reformista que caló muy hondo en procesos supuestamente revolucionarios, los que derivaron en la traición abierta. Nunca fueron capaces de asumir una línea revolucionaria autónoma y se acostumbraron al financiamiento de la ex URSS. El gran protagonista de estos procesos prestados fue Stalin (Iosiv Vissarionovich Dzhugashvili) y su influencia decisiva se acabó con su fallecimiento en 1953, dejando profundas secuelas totalitarias.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.