Grandes esfuerzos por garantizar la seguridad ciudadana

Son muchos y grandes los esfuerzos de autoridades departamentales y nacionales por otorgar seguridad ciudadana a la población, pero de momento sólo se concentran en dotar de medios e infraestructura, no hay un plan que permita asumir de manera plena la gran responsabilidad que conlleva cuidar y proteger a la ciudadanía en su conjunto, porque la tarea debería ser integral.

Las cifras que hizo conocer el ministro de Gobierno, Carlos Romero, por ejemplo muestran que esta gestión se adquirió 98 vehículos patrulleros “de una sola vez”, con relación a dotaciones de gobiernos anteriores que, en casi una década apenas compraron 99 automotores, existiendo una marcada diferencia que además permite asegurar que supera en siete veces, entre los años 2006 y 2012, la asignación de vehículos para la Policía Boliviana.

Así se adquiera el más sofisticado equipo de control, mayor seguimiento y hasta vigilancia con la nueva Policía Aérea, si no se pone atajo a la delincuencia, los antisociales y potenciales delincuentes siempre buscarán nuevas formas de eludir esos controles o en cambio los recintos penitenciarios estarán abarrotados de delincuentes, hecho que genera múltiples problemas y permite además que luego de cumplir sus condenas reincidan en la comisión de los mismos delitos “por buscar medios de subsistencia”.

El control, seguimiento y hasta concienciación para evitar que los niños, adolescentes y jóvenes cometan delitos que se transforman -muchas veces- de una simple aventura en tragedia para sus familias, debe tener como primer componente la educación y en las escuelas deberían seguir enseñando ética y moral, materias que quedaron abolidas desde el establecimiento del nuevo Estado Laico que en vez de mejorar la formación de los estudiantes permite una serie de licencias que incluso llegan a casos extremos que tienen directa relación con la delincuencia.

Las autoridades deben aplicar planes y programas para evitar que los niños, adolescentes y jóvenes cometan su primer delito, porque ese acto que muchas veces queda como un caso de bagatela y no tiene sanción, convierte luego en potenciales delincuentes a quienes no se les educa y muestra las reglas y normas para vivir en sana y pacífica convivencia ciudadana, lo que representa alentar la comisión de delitos que van desde el “simple robo” a otros delitos mayores hasta el asesinato.

A esto se suma el desmedido consumo de alcohol que va siempre en aumento, puesto que son los adolescentes quienes ya ingresan a los denominados pubs o cafés donde sin ningún control se dedican a libar al extremo de salir de los locales para cometer sus fechorías y quedar a merced de los delincuentes que son también jóvenes que buscan a sus víctimas ya sin ningún temor para apoderarse de sus celulares, su dinero y su indumentaria “para tener ropa de marca”, dejando a sus víctimas incluso sin calzados, para evitar que les sigan o simplemente porque usan una zapatilla deportiva de marca.

El consumo de bebidas alcohólicas no sólo afecta a los varones, sino también a las mujeres, quienes a la par de sus acompañantes beben sin medida y luego deben afrontar las consecuencias, que son hechos ya cotidianos que se difunden en los medios de comunicación, donde hacen conocer denuncias de robos, asaltos, violaciones y hasta crímenes que cometen los jóvenes en estado de inconsciencia, que incluso se da por el consumo de drogas.

Este consumo desmedido es fomentado en los pubs y locales nocturnos, donde toleran la presencia de menores de edad que luego están caminando por las calles sin rumbo cargando incluso sus mochilas escolares, en busca de ayuda para llegar a sus domicilios, donde tampoco sus padres hacen nada por evitar su inconducta. Aquí tampoco se salvan algunas licorerías, donde se expende bebidas baratas de pésima calidad a los jóvenes que consumen en sus puertas y luego casi siempre terminan con peleas y enfrentamientos con serias consecuencias para los bebedores.

Otro tema que debe motivar reflexión de las autoridades es la incidencia de casos confirmados de VIH-Sida en Oruro, que ocupa el cuarto lugar a nivel nacional, puesto que no existe control de los responsables llamados por ley para evitar la presencia de prostíbulos clandestinos que funcionan a plena luz del día en pleno centro de la ciudad, donde con seguridad no existe el control sanitario ni se cumplen las normas de higiene que exigen para esos establecimientos.

Existe varios “sitios privados” que fueron clausurados, pero luego de algunas horas vuelven a funcionar con una complicidad manifiesta de las autoridades, quienes se muestran permisibles y no hacen respetar las normas para el funcionamiento de lenocinios que deben estar alejados de la ciudad y de ninguna manera ser sitios clandestinos como ahora ocurre en lugares próximos a establecimientos educativos, cultos religiosos y otros sitios que dañan la moral y las buenas costumbres.

La verdadera tarea de seguridad ciudadana será efectiva cuando se superen estos problemas a partir de la educación integral de los niños, adolescentes y jóvenes, así como el control estricto del consumo de bebidas alcohólicas, la no existencia de prostíbulos clandestinos y además una vigilancia permanente policial que no suponga realizar un llamado de auxilio que será atendido cuando la víctima ya fue presa de delincuentes. Ojalá se logre pensar en un modelo integral que conlleve un plan global de seguridad ciudadana, puesto que lo demás es un intento fallido para motivar un crecimiento desmedido de la delincuencia.

(*) Periodista

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