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Domingo 30 de junio de 2013

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Revista Dominical

Señorita Fatou

30 jun 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Javier Claure C.

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Señorita Fatou:

En primer lugar, quiero pedirle disculpas por tomarme la libertad de escribir estas líneas. Pero la verdad es que cuando la vi, quedé muy impresionado por esa sensualidad que la rodea y su precioso cuerpo escultural que muchas mujeres desearían tener. Supongo que es de Gambia, ¿verdad? Pues..., desearía tomar un café y conversar con usted, ¿le parece bien?

Atte. Vicente (el médico).

Señor:

Sí, evidentemente soy de Serakunda (Gambia), pero me extraña mucho recibir este tipo de mensajes. Me parece que usted se ha confundido. No conozco a ningún Vicente y menos a un médico. Por favor, deje de escribirme.

Dos preguntas solamente: ¿De cómo sabe mi nombre? ¿Dónde me vio?

Fatou.

Señorita Fatou:

Pues bien, le voy a explicar: Resulta que hace un mes estuve en una fiesta africana con una amiga, en la que usted también participaba. La gente hablaba inglés mezclando con otro lenguaje. Tengo entendido que el idioma wolof es de esa naturaleza. Por eso supongo que viene de Gambia. Una amiga suya me dijo que usted se llama Fatou.

Vicente.

Señor:

¡Aha! Ahora entendiendo mejor la cosa. ¿Y por qué no se acercó para conversar?

Fatou.

Señorita Fatou:

Bueno..., la vida tiene, a veces, cosas extrañas. No sé qué me pasó. Sin embargo, quiero confesarle, por medio de estos mensajes, que aquella noche estuve muy cerca de usted. Y pude observar esa manera tan especial que tiene al caminar cuando mueve las curvas de su hermoso cuerpo. En cada paso que daba, el mundo caía desplomado y el edifico donde nos encontrábamos; se ladeaba como un barco que va por alta mar en busca de un tesoro. Y yo me prendía a sus brazos invisibles. Seguía, entonces, observando su rostro angelical y sus bellas manos de almendra. Además, con esas piernas que tiene, yo me iría caminando hasta Banjul. Pero por favor, señorita Fatou, no se exalte por esas palabras que me salen desde las paredes de mi corazón.

Vicente.

Señor:

No sé realmente que contestarle. Me alagan sus palabras, pero al mismo tiempo me hace sentir como las rosas rojas en pleno verano. Nadie me había dicho anteriormente semejantes piropos. Debo reconocer que mi ego de mujer se eleva como un avión a chorro lleno de flores. Me siento en las nubes. ¿Y que más me cuenta de esa noche?

Fatou.

Señorita Fatou:

Me alegra enormemente que se sienta feliz. Cómo no quisiera estar a su lado en estos momentos. Así usted escucharía mis palabras de cerca, y se deslizarían por todos los caminos que conducen al encuentro.

¿Qué más? Hmm...., Ahora sí me acuerdo. Lo que me llamó mucho la atención esa noche, es cuando usted levantó una silla, la puso en el medio de la pista de baile. Luego apoyó sus manos en el espaldar y, al son de los tambores, empezó poco a poco a menear la cintura, causando un sensual y loco temblor en los bellos glúteos respingados de su trasero. Durante unos dos minutos temblaron las vetas nocturnas que lleva secretamente en su vientre de diosa inmaculada. Toda la concurrencia empezó a gritar, y con aplausos le dieron a usted la bienvenida. A decir verdad, yo me quedé mudo y absorto. Jamás en mi vida había visto algo tan hermoso anteriormente, ¿me comprende?

Vicente.

Señor:

¡Vaya, vaya! Usted siempre con sus comentarios que me pone nerviosa. Las mujeres de mi país, acostumbramos a bailar así en algunas fiestas tradicionales. A los varones les fascina ese tipo de baile. Y algunos hombres se ponen celosos cuando ven bailar a su mujer de esa manera. A propósito, ¿me dijo que es médico usted?

Fatou.

Señorita Fatou:

Sí, sí... y le cuento que tengo las manos de pianista.

Vicente.

Señor:

Entonces, quisiera hacerle una consulta. A veces me da una fiebre tremenda. Siento una calentura insoportable que no me deja trabajar. ¿Existe alguna medicina para este mal?

Fatou.

Señorita Fatou:

Para mí será un placer poderla ayudar. Trabajo en el Hospital Afrodita en la sección Venus. Pero mejor sería que usted pase por mi consultorio ubicado en la calle Cupido número 69, ¿de acuerdo?

Vicente.

Señor:

Me parece muy buena la idea. Espéreme allí, pasaré por su consultorio con mucho gusto. Hasta luego.

Fatou.

Señorita Fatou:

Pronto nos vemos, hasta luego. Que le vaya bien.

Vicente.

Fuente: LA PATRIA
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