Cuando todavía se siente con profundo sentimiento la desgracia ocurrida en una carretera y que ocasionó más de una decena de víctimas fatales, igual número de vehículos carbonizados y casi el triple de heridos, la magnitud del hecho, días después, sigue golpeando la conciencia ciudadana con una grave interrogante sobre una manifiesta irresponsabilidad folklórica.
Una fiesta rural, un conjunto folklórico en tránsito entre una y otra población para satisfacer compromisos de coyuntura tradicional sin tomar previsiones y menos cumplir con reglas de seguridad ciudadana, empuja a un grupo de danzantes a la carretera de alto tráfico vehicular como si se tratara de una plaza o una calle cualquiera. El resultado de esa imprudencia ha sido horroroso.
La presencia de danzarines – seguramente en estado de ebriedad - en la carretera obligó por lo menos al primer conductor de un motorizado que se aproximó al lugar a frenar para dar paso a los alegres folkloristas, ese hecho irregular hizo que se forme una columna de varias movilidades y que trató de eludir un pesado cisterna que transporta alcohol que se incendió y causó la tragedia. Los detalles del hecho siguen en investigación, el chófer del cisterna está vivo, como también los bailarines para fines de esclarecer los hechos.
Hay una revelación que seguramente formará parte del cuaderno de datos recogidos en el lugar del hecho y es que desde el grupo de danzantes se lanzó supuestamente al aire, un petardo que lastimosamente cayó en el gran charco de alcohol desatando la verdadera tragedia pues la mayoría de las víctimas soportaron quemaduras de muchísima gravedad. Realmente una manifiesta irresponsabilidad de comunarios en festejos de tradición alcohólica.
Pero lo sucedido ha marcado ya daños irreparables en muchas familias, otras que están a la espera de las investigaciones para saber quién cubrirá el alto costo de los daños registrados, advirtiéndose que el seguro de accidentes tendrá una difícil tarea para establecer el alcance de su responsabilidad en la cobertura de daños “parciales” a los damnificados.
En todo caso lo que debe rescatarse del lamentable accidente es que existe desconocimiento de reglas de tránsito, por ejemplo en lo que corresponde al uso correcto de las vías públicas, más aún si estas son carreteras en las que los motorizados circulan a velocidades por encima de los 60 a 80 KPH y donde se supone no puede existir ninguna interferencia de grupos, peor aún si se trata de bailarines en desarrollo de festividades locales.
Pero es más, preocupa también la ausencia de efectivos de la ya cuestionada Policía o patrulla caminera, que por supuesto no puede estar en todas partes pero por lo menos podría tomar previsiones, si realizara patrullajes con mayor frecuencia como para enterarse del desarrollo de fiestas populares, donde muy bien podría advertir de las prohibiciones que existen para el uso de las vías y el peligro que entraña desobedecer las advertencias.
Este último y lamentable accidente debe mover a las autoridades a desarrollar programas preventivos para el control en las carreteras, con el uso de equipos de comunicación entre poblaciones o retenes que puedan advertir con oportunidad a los patrulleros más próximos para que estos tomen previsiones en el tráfico vehicular, resguardo la seguridad ciudadana y prohibiendo las “evoluciones folklóricas” por las carreteras. Ahora hay necesidad de esclarecer las causas del accidente, sancionando severamente a los culpables, pues se trata de un caso de manifiesta irresponsabilidad.
Fuente: LA PATRIA
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