Por toda su tradición futbolera, pero además por ser el organizador de la Copa Confederaciones, Brasil es uno de los favoritos para quedarse con el trofeo. Sin embargo, cabe preguntarse si estará lista para enfrentarse a la selección campeona del mundo.
Hemos visto ya a España reducir a poderosos campeones a sus versiones más inofensivas. El secreto de los dirigidos por Vicente del Bosque siempre se ha apoyado en la posesión del balón, tanto para atacar como para defenderse. España entiende el fútbol con el balón en sus pies, juega para tenerlo y para recuperarlo. Otros equipos visionan los partidos mucho más con el balón en posesión del equipo rival, y entonces toman todas las precauciones para evitar que les hagan un gol.
Pero España juega para ganar en control. Su filosofía de juego acentúa tres criterios: eficiencia, paciencia y control. A veces tienen el balón para defenderse, no siempre para atacar, y lo interesante es que no dejan ver cuándo harán la transición pasando al modo ataque. En todo caso, todo parte de cuidar el balón con técnica. Sus éxitos recientes los avalan.
Brasil también juega para ganar. La propuesta de su técnico Felipe Scolari combina elementos del fútbol brasileño con otros más europeos. Enfatiza la presión alta desde el principio para recuperar el balón. Por eso Hulk es más útil que Lucas en su esquema. Sabe que con la pelota en los pies pocos pueden igualarlos en técnica y lujo, así que su misión es hacer que el equipo juegue ordenado cuando no tiene la pelota. ¿Pero servirá la presión que hacen adelante contra España? Habrá que ver.
Mientras, tal vez no sea un fracaso para Brasil si no gana esta Copa Confederaciones. Se trata de un torneo de medición de fuerzas internas para los anfitriones, tanto para su equipo como para su capacidad organizativa. Lo valioso –dice Scolari– es que se consolida la base de juego. Están repitiendo una alineación, hallando confianza en lo que hacen, y sobre esa estructura los creativos comenzarán a florecer.
Pero tal vez, contra lo que se piensa, sería mejor que Brasil no gane esta Copa Confederaciones. Razón supersticiosa: ninguna selección que la haya ganado antes pudo después ganar el Mundial de Fútbol al año siguiente. Pero la más importante es que siempre le va mejor a Brasil cuando no es el favorito, y le vendrá muy bien que se lo subestime hasta la antesala del Mundial, como sucedió en el 2002. Así que, por ahora, voluntad de crecer antes que ansia de gloria.
(*) Periodista
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