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Domingo 23 de junio de 2013

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Cultural El Duende

Continúan los homenajes a Jesús Urzagasti tras su sentido deceso. El Duende publica ahora este rescate hemerográfico:

Estar al otro lado de la luna

23 jun 2013

Fuente: LA PATRIA

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Un escritor le entrega un volumen de poesía.

–Sigan el ejemplo de este boliviano: en vez de pedir, regala –Gabriel García

Márquez bromea con el numeroso grupo que le solicita el previsible autógrafo.

–Los bolivianos estamos acostumbrados a dar.

–Por eso están como están –replica el Nobel de Literatura colombiano, firmando sonriente uno de sus libros para una muchacha nicaragüense.

Un poeta peruano no busca ningún autógrafo. Sólo quiere saber qué quiso decir el autor de Cien años de soledad cuando se refirió en un breve discurso al “susto del amor”.

–Si a tu edad no sabes lo que es el susto del amor, estás jodido compañero.

El festivo dictamen es celebrado por los admiradores de la aún inédita novela “El amor en los tiempos del cólera”.

Vestido de blanco, Gabriel García Márquez no deja de ser un raro triunfador.

Como si desdeñara la fama o se sintiera fatigado por la autoridad que le confiere el constante éxito literario. Como si lo gobernara la nostalgia al recordar las noches de viento y lluvia cálida, en Cartagena, cuando sus sueños todavía no estaban confirmados y su autoridad provenía de una fe sin fundamentos visibles, sin desbaratarse por el humilde anonimato.

De pronto, Gabo nuevamente se dirige al boliviano, esta vez con el aire de quien desea confesar una verdad que le estorba. O a la inversa: acceder a una evidencia que no le pertenece.

–Yo les tengo miedo a los bolivianos.

–¿Por qué?

–Porque están al otro lado de la luna –declara sin asomo de irreverencia.

(Qué será estar al otro lado de la luna. Quizás habitar un territorio que se sustrae de la velocidad de un mundo efímero, curioso e insolente, seducido por la moda.

Tal vez la soledad sin vuelta de hoja, esquiva al menor signo de frivolidad, insumisa frente al cálculo que delata a los mezquinos. Ni duda cabe: la aspiración de seres innumerables y pródigos, resumida en el ansia de una sociedad fraternal de veras. La verdad brusca de la miseria y el engaño. El silencio de convicciones que no se negocian).

–¿Irás a Bolivia? Hace dos años, tal vez más, se dijo que darías unas conferencias en Cochabamba.

–Nunca doy conferencias. Además, la altura...

–Esos son cuentos. La altura no hace daño. ¿Irás alguna vez?

–Sí, espero que sí. Pero sólo para conversar.

–¿Con quién?

–Con cuatro amigos. Basta con cuatro amigos.

Tras esta alusión a Causa de Ezra Pound, concluye el diálogo con Gabriel García Márquez.

Desde el Palacio de las Convenciones de La Habana, el boliviano siente la ronca respiración del mar, momentáneamente dócil, extraviado en su inmensidad, doblemente interminable para un mediterráneo de cabo a rabo.

Mientras, por salas y corredores centenares de intelectuales se hallan inmersos en los debates propuestos por el congreso en torno a “la soberanía de los pueblos de nuestra América”.

Jesús Urzagasti. La Habana, noviembre de 1985

Fuente: LA PATRIA
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