Sábado 22 de junio de 2013
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En estos tiempos en que medios de comunicación estatales y paraestatales repiten argumentos contra los mineros bolivianos, vale recordar otro capítulo del sacrificio de esos trabajadores del subsuelo que durante tantas décadas llevaron sobre sus espaldas la economía nacional y también sus luchas por un mundo mejor.
Recordar, porque ni el mundo ni la historia de la patria comenzó en enero de 2006. Hace poco, en la presentación de un libro sobre Ernesto Ché Guevara un militante oficialista aseguró que los asalariados son una aristocracia ganada por la derecha. Es difícil entender el argumento, cuál es su motivación: ¿satisfacer el discurso del gobernante MAS o simple ignorancia?
El propio Ché conocía poco sobre el coraje de los mineros y sobre sus máximos dirigentes, como ya lo escribimos. Empezó su Diario personal, relacionado con el movimiento guerrillero llamado de Ñancaguazú, el 7 de noviembre de 1966, al llegar a La Paz. Escribe sobre sus desafíos sin nombrar, ni nombrará en las siguientes páginas, que ese mismo día falleció misteriosamente el considerado más puro líder minero, Federico Escóbar, llamado “dirigente sin igual”, el “Macho Escóbar”, el insobornable que había cumplido su rol de control obrero en la Corporación Minera de Bolivia sin tocar un peso extra legal.