Ya era tiempo de que en nuestra ciudad se efectúe un censo de comerciantes, especialmente los que se ubican en la vía pública y han transpuesto los límites regulares y oficiales que les concedió en algún momento la Alcaldía Municipal.
Por supuesto que ese proceso de asentamientos de comerciantes en las calles persiste y sigue complicando el buen uso de las aceras, espacios estos que en cualquier otra ciudad del mundo, sirven para facilitar la circulación de personas y para que cómodamente puedan desplazarse especialmente en los sitios donde es intenso el tráfico vehicular y se hace necesario brindar seguridad a los viandantes, especialmente niños y ancianos.
En nuestra ciudad y en varias cuadras ubicadas en las proximidades de los centros de abasto las aceras sirven para la extensión de negocios, es decir de almacenes de abarrotes, friales y otro tipo de negocios que prácticamente están ocupando sitios que no pueden ser invadidos por el comercio gremial. En la zona central, las aceras han sido invadidas por los comerciantes informales en una mayoría de los casos permitiéndose inclusive la instalación de antiestéticas casetas, kioskos o carros con enormes asadores, incluyendo hasta parrillas de gran tamaño, todo un conjunto de elementos que fuera de interrumpir la circulación de personas, saturan el ambiente de apestosos olores en otra forma de atentando contra el bienestar ciudadano.
La última decisión de las autoridades municipales tiene además otra finalidad especial y es la de establecer la cantidad de puestos de venta callejeros que tienen algunos comerciantes, pues hay denuncias muy concretas de que abusivamente un solo comerciante tiene hasta doce puestos callejeros.
Si bien el número de concesiones de puestos irregulares es alarmante, no menos preocupante es la distribución de casetas de mercados y puestos de extensión callejera de un mismo dueño o de familias numerosas que hacen del comercio su medio de vida, al que tienen derecho, pero debería ser respetando las disposiciones legales y los derechos del resto de ciudadanos.
El comercio informal ha crecido de manera alarmante, tanto así que hay zonas muy precisas donde los comerciantes con tiendas se han extendido con sus negocios, copando el total de las aceras, obligando a los peatones a circular por las calzadas en abierta competencia con las movilidades y poniendo en riesgo su integridad física, lo que ya es un flagrante atentado a los derechos de la comunidad que debe ceder espacios para el lucro de un comercio ilegal y atrabiliario.
El Concejo Municipal debe tener a mano un conjunto de medidas para ordenar el comercio irregular, de modo que el Ejecutivo municipal con pleno respaldo de normativas legales haga cumplir el retiro de comerciantes de las aceras para restituir los derechos que amparan a los viandantes. Conocidos los resultados del censo de vendedores, debe aplicarse el reordenamiento de esos puestos bajo alternativas de sancionar drásticamente a los infractores.
Este asunto es una prueba importante para evaluar el trabajo de los concejales, pues se esperan medidas que sean efectivas para garantizar la seguridad de miles de ciudadanos, por encima de intereses sectoriales que no pueden alterar la intención de recuperar las aceras de la ciudad para la colectividad.
El grupo de legisladores municipales debería trabajar paralelamente en impulsar la pronta construcción del Mercado Central, solución definitiva al caos del comercio irregular próximo a los mercados.
Fuente: LA PATRIA
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