Tengo un amigo en Buenos Aires, lo cual no tiene nada de particular; viven allí miles de compatriotas. Sostenemos con él opiniones de ida y vuelta. No hace mucho yo quería saber qué dijo doña Cristina sobre “esa vieja es peor que el tuerto”. Y él, a su vez, me pide que aclare unos raros titulares que semejan de telenovelas: “Un cadáver se suicidó en la Asunta”, “Unos antihéroes fueron condecorados por el presidente”.
Amigo Cándido, le respondo yo, esas frases son de las que corren por el mundo como de media verdad y media mentira. Es cierto que se encontró un ahorcado que parecía no estar vivo antes de suicidarse, tal era el estado de su descomposición. Claro que estamos hablando del policía que victimó a su conjugue con más de una docena de puñaladas, luego se dio a la fuga sin novedad. Cuando a la madre de la difunta le dijeron que reconozca, ésta sin vacilar exclamó: “¿Cómo puedo reconocer a nadie en los huesos de una calavera?”
La noticia conmovió a todo el país. Y aunque no lo creas, también a la Policía. Por eso se impartió la consigna de capturar vivo o muerto. Estaban a punto de ponerle precio a su cabeza, cuando el olfato de un campesino notó que algo olía mal. Ese indicio llevó a descubrir en el río el vehículo destrozado de la víctima. Debió haber llegado hasta allí por los aires, ya que no fue visto en ninguno de los varios puestos de control policial. ¡Auto volador! ¡Surrealismo mágico!
El suspenso duró varios días, hasta que al fin dieron con el suicida. Los documentos a la mano y el casco de bombero facilitaron su identificación. Y antes de que se agote el proceso investigativo, dieron por cerrado el asunto. El jefe policial pronunció una plegaria en el lugar, por el alma del “camarada”. Pero volvió, no el occiso sino la duda (menos mal). ¿Te acuerdas de “el viejo” que actúa como testigo clave en el terrorismo montado? Él ha dicho que el tal Clavijo está en el Perú, sano y salvo. Para el Defensor del Pueblo “la verdad no ha sido establecida”. Y ahora último, el IDIF ratificó que el cuerpo encontrado en la Asunta no corresponde al asesino de marras. Total, en esta “patria de sal cautiva” nadie está seguro de quién vive ni de quien está muerto.
En cuanto a los “antihéroes”, creo que tienes razón. Por interés político se ensalzó el error como virtud. Lejos de su guarnición (Challapata), tres soldaditos que perseguían a unos mafiosos “auteros” se extraviaron en la frontera con Chile, “sin refuerzo ni comando”, como aquellos del fortín abandonado en el Chaco. Y como se dice, sin “saber leer ni escribir”, les hicieron héroes del mar, del mar lejano adonde ni soñaron llegar. Esta incongruencia no vas a creer: “Algunas autoridades parecen encubrir el contrabando, por ello les hemos declarado héroes (a los soldados) que enarbolan nuestra demanda de retorno a las costas del Pacífico”.
Bueno, esito sería por ahora, Cándido Buenafé. Sé que estás atento a los sucesos de la patria. Yo te seguiré escribiendo, más bien para reírte un poco que para ponerte a llorar. En un país de bromas pesadas, es mejor que veas las cosas por el lado risueño y no por el de amargo testimonio de la verdad. Hasta pronto.
(*) Pedagogo y escritor
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