El proceso autonómico que se iniciará en abril de 2010, se constituye en la antípoda del Estado Plurinacional
• Por: Eduardo Campos Velasco
Diciembre y abril, son dos momentos fundamentales para el futuro de la sociedad boliviana. En diciembre se ha conformado el Estado Plurinacional, sobre la base de la organización política y social aprobada en la nueva Constitución Política del Estado (NCPE), la que en términos generales, responde a los idearios políticos del partido de gobierno; así Bolivia, ha dejado de ser República para asumir el carácter de Estado Plurinacional, mismo que aún con ese nuevo nombre y los nuevos actores elegidos, no deja de ser un estado centralista.
En abril se realizará la elección de los gobiernos autonómicos, iniciándose el proceso de un virtual desmantelamiento del Estado Central que históricamente hegemonizó el poder. Se trata, sin duda, de un momento inaugural e inédito en la vida de la sociedad boliviana que contradictoriamente a la pretensión del Gobierno de concentrar el poder, se constituye en el escenario de construcción de una nueva Bolivia desde las regiones (los departamentos), en el que el rol del Estado Central, se verá fuertemente disminuido.
Mientras el Gobierno celebra el copamiento del escenario nacional, por su evidente mayoría en ambas cámaras de la Asamblea Plurinacional, producto de los resultados electorales del 6 de diciembre, inexorablemente se aproxima abril, momento que representa el inicio de un proceso inverso a la centralización. Más allá de los resultados que arrojen las urnas en dicha elección, los gobiernos autonómicos se constituyen en la principal traba para cualquier iniciativa de concentración de poder.
El Estado Plurinacional, conceptualmente diseñado para impulsar la construcción de una sociedad socialista (como públicamente lo manifiestan los principales líderes del partido de gobierno), tiene la manifiesta intención de generar una alta concentración del poder, sobre la base del unipartidismo y el control político de las organizaciones sociales y de la sociedad civil, en el que no tienen cabida, la pluralidad y la divergencia. De la misma manera, en el ámbito económico, pretende establecer una economía estatista, endógena y comunitaria, alejada de los escenarios de libre mercado en el contexto internacional y fuertemente dependiente del intercambio con regímenes autoritarios como los de Cuba, Venezuela e Irán, relaciones que evidentemente no le reportan beneficios económicos al país, pero sí, respaldan la posición política e ideológica del Gobierno.
Esta visión de futuro que tiene el Movimiento Al Socialismo para la sociedad boliviana, esa pretensión de llevarnos a lo que denominan el “socialismo del siglo XXI”, entra en directa contradicción con los principios y objetivos del estado autonómico, La autonomía, pese a los recortes y tergiversaciones con la que se ha incluido en la NCPE, felizmente —también— forma parte de marco jurídico constitucional. A partir de abril, cuando el proceso autonómico se constituya y comiencen a fortalecerse las iniciativas y demandas de los escenarios locales y regionales (departamentales), el poder central (hoy denominado Estado Plurinacional) no podrá impedir la inevitable transferencia de competencias y recursos, desde el nivel central a los gobiernos autonómicos, como señala la propia constitución.
En el tránsito al Estado Socialista (al que el MAS denodadamente pretende llevar a la sociedad boliviana), tienen la intención de recomponer la desagregación social que ellos mismos han generado, esta vez desde una nueva acumulación fuertemente etnicista, denominada “revolución social y cultural” que tiene en la “descolonización” uno de sus principales instrumentos. Por el contrario, las autonomías, desde su propia capacidad de gestión del desarrollo, van a generar nuevas acumulaciones y agregaciones fuertemente localistas y regionalistas, basadas en las demandas y expectativas de desarrollos de sus colectivos sociales. A diferencia de la agregación social, sobre base étnica, que funda su interpelación desde visiones político-ideológicas (no está demás decirlo en este caso, obsoletas y anacrónicas); las acumulaciones que se generen en los escenarios autonómicos, tendrán como base, la propia realidad de cada una de las unidades sociales y territoriales autonómicas. Una, la revolución social y cultural, desde el Estado Plurinacional, buscando construir la sociedad socialista; la otra, el proceso de cambio democrático, desde los gobiernos autonómicos, con el propósito de superar los problemas estructurales no resueltos de la sociedad boliviana
En ese contexto, el Estado Plurinacional, estatista, endógeno, comunitario y unipartidista, entrará en contradicción con el Estado Autonómico, que tiene en la participación, la pluralidad, la alternancia en el poder y, la eficiencia, la transparencia y la institucionalidad en la gestión pública, sus principales atributos. Ambos (Estado Plurinacional y Estado Autonómico), son contradictorios e inevitablemente entraran en colisión; él uno, concentrando el poder, para construir el Estado Socialista; él otro, democratizando la toma de decisiones, para la construcción de una sociedad democrática, con equidad y desarrollo.
(*) Director de A.C. Cramer
educamposv@hotmail.com
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